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Lo que encontré en Valderrama…

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Acabo de llegar a China. Sí, sí, ahora mismo. Un error de cálculo y la pesada burocracia que campa por estos lares me han jugado una mala pasada. Me pidieron un papel más de lo habitual y pensé que me quedaba en tierra. Hice todos los trámites necesarios a tiempo, pero cometí el error de mandar la documentación por correo, en lugar de utilizar alguna empresa de envío urgente. Mandé los papeles el Miércoles Santo, no llegaron hasta el lunes a las dos de la tarde y no se pusieron con ello hasta el martes. Tarda cinco días laborables, así que no hay que saber mucho de matemáticas, no he podido salir hasta el martes. Pero bueno, gajes del oficio. Os lo cuento sólo para que veáis lo que se mueve detrás de un profesional de golf. No todo es dar bolas, practicar y competir.

No obstante, vamos a dejar ya los papeles a un lado, que son aburridos, y hablemos de golf, de lo que nos gusta. Estoy prudentemente contento. Como os comenté en los artículos del Masters he visto brotes verdes. Los detecté en el campo de prácticas del Palais du Royal, durante el Trofeo Hassan II. Fue una semana de mucho viento y pegando bolas me encontraba muy cómodo, muy suelto, sin embargo, cuando llegaba al campo perdía esa soltura y acabé fallando el corte. Era como si fuera incapaz de trasladar la naturalidad del campo de prácticas a la competición.

Estuve entrenando la semana pasada en Valderrama y lo hice con un solo objetivo: trabajar sólo la naturalidad y analizar cada golpe únicamente con lo que yo sentía y no tanto con datos o cálculos. Acabé contentísimo, encantado. Fue una semana de mucho viento en Valderrama y conseguí buenos resultados durante cuatro días. La última jornada hice 70 golpes en un día muy complicado, y eso en Valderrama es un resultado muy bueno. De todos modos, el resultado es lo de menos, lo importante es cómo le pegué a la bola, empalando la mayoría, recordándome a mí mismo. A ver si consigo llevarlo al campo esta semana en China.