No ha podido ser. He luchado hasta el último torneo, pero realmente lo tenía difícil después de una temporada muy negativa en la que no he encontrado mi mejor juego ni la regularidad.
Os cuento algunos cambios, porque yo sigo buscando. He dado por finalizada mi etapa con Brad Malone como entrenador-profesor porque no veía resultados. Ahora estoy con Hernán Rey, con el que coincidí siendo los dos jugadores en mi primer año en el Challenge Tour (2006). Es argentino y lleva tiempo trabajando con Fabrizio Zanotti.
Os voy a resumir cómo hemos empezado a trabajar. Vamos a buscar la mejora del swing de una manera tal que yo no sea tan consciente de cómo, dónde y por qué el palo tiene que ir por aquí o por allá. Para ello, Hernán se hace valer de unos ejercicios muy concretos, colocando unas varillas en determinadas posiciones, de tal modo que yo sólo me preocupe de impactar con la bola sin tocar dichas varillas.
Pero hubo un condicionante previo antes de ponernos a trabajar que él planteó y con el que estoy de acuerdo: tenía que cambiar mi actitud en el campo. Sin eso, no hay nada que hacer. Y todo ello pasaba por ser yo más consciente de que no soy el de hace cinco años y de centrarme en mi realidad actual, que es la que es. Digamos que mi mayor enemigo en todos estos años ha sido el recuerdo permanente de mi mejor versión, que no me ha dejado pasar página o salir de este periodo negativo.
En Portugal me he centrado sobre todo en este aspecto y he notado avances importantes. La idea era pegar cada golpe sin pararme después ni un solo segundo a pensar por qué había salido bien o por qué había salido mal, que es lo que llevo haciendo los últimos años. El resultado en el torneo ha sido el que ha sido, pero al menos he conseguido no salir quemado del campo de golf.
Ahora me toca ir a la Final de la Escuela y desde luego voy con la idea de seguir mejorando en todo esto que os he comentado y en luchar para recuperar la tarjeta del circuito.
