¿Qué tal, cómo estais? Os escribo después de un tiempo porque han sido dos semanas muy ocupadas, las dos últimas, empezando por la anterior al viaje a Malasia…
El tema del visado con China siempre es un tormento y además no me puedo fiar ni un pelo porque el papeleo no se me da bien y porque siempre me falla alguna parte de la información que tengo que aportar, así que… Hay que estar siempre ojo avizor.
Estuve entrenando fuerte físicamente antes de viajar a Malasia. Fue la última semana de algo así como una especie de mini-pretemporada que mi entrenador había diseñado para poder darle otro empujoncito al físico, que nunca viene mal, pero cambiemos de tema que esto es muy aburrido.
La semana pasada en Malasia el calor fue por momentos asfixiante y os prometo que soy de los que prefiere el calor al frío. Pero es que era salir del hotel con su perfecto aire acondicionado y empezar a sudar como un pato mareado. Tuvimos suerte de poder terminar las cuatro rondas oficiales porque como podréis imaginar ese clima es muy especial y debido al calor que se acumula durante el día y a la humedad, alrededor de las cuatro de la tarde o así siempre cae una tromba de agua lo suficientemente grande como para tener que suspender el torneo. Dependiendo de cuántas veces pase durante la semana pues jugamos a tres vueltas o a cuatro. Personalmente no me agrada mucho la idea de tener que depender tan dichosamente del tiempo pero es lo que hay y cuando viajamos a Malasia sabemos que es una posibilidad.
Fue una semana en la que entrené lo justo y necesario. Me refiero a que después de la ronda de competición oficial del torneo no me atrevía a hacer acto de presencia por la calle de prácticas, así que fueron días intensos, pero cortitos en tiempo.
Como ya visteis parecía que Lee Westwood se pasearía después de las dos primeras jornadas. Aunque el resultado final fue abultado hubo un momento que entre mi caddie, Raul Quirós, y yo, hubo apuestas para ver quién ganaba el torneo. Yo no quería sorpresas y aposté por Lee. Él sin embargo, buscando ese momento de gloria improbable y sorprendente, apostó por Julian Quesne. Como casi siempre GANÉ. Fue también una semana en la que salimos poco a cenar puesto que con ese calor no había muchas ganas de dejar el bienestar del hotel. Encontramos un restaurante muy bueno de carnes y un italiano en el que los segundos nunca fallan.
Podría decir que en general fue una semana buena, terminando con una última vuelta buena y, lo más importante, pateando bien, que en realidad es lo único que estoy echando en falta para poder cuadrar jornadas seguidas de buenos resultados.
Ahora mismo os escribo desde China y también puedo confirmaros que después de haber jugado la primera jornada el putt se ha portado bastante bien.
China. Un país que nunca deja de sorprenderme por muchas razones, una de ellas es la magnitud de las ciudades. Estamos en Shenzen, con quince millones de habitantes. ¿No os parece increíble? Otra de las razones es la cantidad de personas que están trabajando en todos los campos de golf en los que he estado en este país. Para todo hay gente y además no una o dos personas. Esta mañana, por ejemplo, ha habido un momento en el que me he sentido observado porque he sido de los primeros en entrar al desayuno y, claro, tenía a siete persona preguntándome si quería té, si quería café, si quería leche… A las cinco y cuarenta y cinco de la mañana mucha gracia no hace, pero tampoco me voy a quejar: mejor pasarse por mucho que por poco, ¿no?
El campo es completamente diferente al de la semana pasada. Más bien ancho y con greenes que, aunque son movidos, para nada tienen los desniveles de la semana pasada en Malasia. Además la velocidad es muy diferente, mucho más lentos. Están en perfectas condiciones y eso es algo que en ambas ocasiones han coincidido, tanto Malasia como China.
Me despido hasta nueva orden, y ojalá que sea para daros otra vez buenas noticias con otro buen resultado en este torneo. De momento no va muy mal la cosa…
