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El blog de los caddies | Por Borja Martín-Simo

Normal que después los llamen locos…

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Son las siete menos cuarto de la mañana. Putting green del Doha Golf Club. Salimos a jugar en pocos minutos. Primera ronda del Qatar Masters. Hace frío y viento. A veces pasa. Allí está ya Simon Dyson, que será compañero nuestro de partido las dos primeras jornadas. Alucino. Aún recuerdo al rubio jugador inglés hace uno años, cuando se movía por el top 30 del ranking mundial, cuando era un golfista de instinto, muy natural, de velocidad endiablada. Llegaba, se ponía y pegaba. Si pestañeabas, te perdías el golpe.

Ahora alucino. No queda más remedio. Su bolsa de palos está llena de artilugios, ‘drills’, inventos más o menos modernos dirigidos, en teoría, a ayudar al golfista en su entrenamiento. Tiene tantos que no caben en las dos manos. Es un buen ejemplo del grado de locura que puede alcanzar un golfista en sus intento por alcanzar la perfección, por ser mejor jugador, por seguir creciendo o, simplemente, por salir de un túnel en el que lleva un tiempo metido.

Quedan apenas quince minutos para salir a jugar y se encuentra calentando con un objeto en forma de escuadra que se apoya en sus antebrazos y evita que se abran a la hora de patear, pero lo que más llama la atención es el palo que está utilizando: un belly putter apoyado en el estómago. Y no, no llama la atención porque su uso esté prohibido en competición desde este año, sino porque dos minutos antes de pinchar la bola en el tee del uno su caddie le cambia el belly por un mini putt, muy, muy corto, no uno normal, sino prácticamente enano.

Cualquier ayuda es bienvenida si te permite mejorar, pero es casi inevitable ser algo escéptico con algunas cosas que se ven en los campos de prácticas. El propio Dyson, pegando bolas, llevaba el otro día una especie de camisa de fuerza, y no, les juro que no es una metáfora de nada, aunque lo parezca. También lo vi practicando a una mano con algo más parecido a la espada de la Guerra de las Galaxias que a un palo de golf (Foto y vídeo). Realmente, ha llegado un punto en que se ve de todo en un campo de golf. Son muchas las empresas que están haciendo negocio con este tipo de productos/elementos que se utilizan en los entrenamientos. Es muy nuevo. Hace diez años no había nada de esto en un putting green. La verdad es que no sé si todo esto es muy útil, imagino que como todo, habrá cosas que sí y a jugadores de un perfil determinado, y otras que no.

Dyson no es el único, pero si es un caso que llama especialmente la atención por lo natural que siempre ha sido su golf. Sorprende ver cómo se ha ido transformando su método de entrenamiento a la caza y captura de una supuesta mejoría o perfección. ¿Locura o profesionalidad extrema? Quién sabe, seguramente un poco de las dos cosas.

También hay, claro está, jugadores muy naturales que no utilizan prácticamente nada, si acaso una varilla para alinearse cuando tiene alguna duda y apenas le dura diez minutos… Este es el caso de mi jefe, Jorge Campillo.

* Borja Martín-Simo es caddie de Jorge Campillo