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Cuando el cuerpo te dice basta…

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Carlota Ciganda, hoy durante la vuelta de prácticas en Guadalmina. © Tengolf
Carlota Ciganda, hoy durante la vuelta de prácticas en Guadalmina. © Tengolf

Open de España. Semana marcada en rojo en el calendario. Éste es uno de los torneos que siempre he querido ganar. Es muy especial para mí. Y encima no lo pude jugar el año pasado porque ese mismo fin de semana se casaba mi hermano Íñigo. Creo que no hace falta que os diga las ganas con las que llego a Guadalmina. Por cierto, nunca había jugado este campo y la primera impresión hoy ha sido muy buena.

Estoy con las pilas cargadas de nuevo después de un verano muy duro. Hemos tenido tres grandes y la Solheim Cup y mi cuerpo llegó un momento en el que dijo basta. No es la primera vez que noto cansancio en una temporada o que juego algún torneo en el que veo que no estoy al ciento por ciento, pero esta vez ha sido distinto, extraño, mi cuerpo ha reaccionado de una manera diferente.

Después de la Solheim jugué en Canadá y Portland y mi cabeza no iba, no era capaz de concentrarme, estaba en el campo y rápidamente me ponía a pensar en otra cosa. Era raro. Hasta me dolía la cabeza, como si tuviera unas migrañas. Nada grave, pero sí extraño. Me sentía como vacía. Yo lo último que pensé que haría en mi vida sería retirarme de un torneo y en Portland no tuve más remedio. No podía más. No salí a jugar la segunda ronda porque directamente es como si no estuviera allí. Me dolió mucho porque ya os digo que pensé que nunca me retiraría de un torneo, para mí es algo sagrado, pero seguir jugando era aún peor.

Creo que fue todo saturación. La Solheim es una semana preciosa, que me encanta, seguramente la mejor del año, pero es muy dura mentalmente, te agota. Yo lo doy todo, y no sólo cuando estoy en el campo, también en el autobús, comiendo, desayunando con las chicas. Estoy a tope de siete de la mañana a diez de la noche y creo que mi cuerpo me acabó mandando un mensaje: “Carlota, ya basta”.

Como me sentía rara, decidí hacerme unos análisis en casa al volver de Portland, dos semanas antes del Evian. Todo estaba en orden y no había nada grave, por suerte, pero sí me dijeron que tenía el hierro algo bajo, que es como decir que tienes la reserva al límite. Así que antes del Evian descansé todo lo que pude y estoy tomando vitaminas. La semana pasada en Francia ya me sentí mucho mejor. Creo que mi cuerpo ya se ha recuperado, así que no hay excusas. Quiero acabar bien la temporada empezando por el Open de España, que me hace mucha ilusión.

Me gustaría hablaros un poco de la Solheim Cup. Fue una semana espectacular, el equipo muy bueno, la capitana magnífica y el ambiente increíble, aunque evidentemente no podemos estar contentas porque el objetivo era ganar. Los planes se torcieron desde el principio por la baja de Suzann Pettersen. La idea era que Charley Hull jugara con ella y yo con Melissa Reid, pero todo se trastocó y a mí me costó sacar mi mejor juego. El primer día fue raro, pero el sábado y el domingo sí me sentí más cómoda, más yo misma. No estuvimos tan lejos de darle la vuelta en los individuales. Una pena. Me encantó el espíritu de equipo que mostramos todas, de principio a fin. Ya cuento los días para que llegue la Solheim de 2019, intentar clasificarme y poder devolver la Copa para Europa.

Pero antes, toca Open de España, con muchísimas ganas, y después cuatro semanas en Asia y la Final de Florida. La temporada es larga y en algunos momentos se hace aún más larga, pero aún queda mucho bueno que contar… ¡¡Así que a por todas!!