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Pacto de sangre

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Ahora que se ha puesto de moda el asunto de los caddies, quién no se ha enterado del affaire entre Tiger Woods y Steve Williams, os voy a hablar yo del mío. Se llama Íñigo y es mi hermano…

Es una gozada jugar con él. La pena es que sólo lo he podido tener a mi lado en verano, durante las vacaciones. Él va encajando como puede los días libres para estar conmigo, pero cuando empiece la temporada regular será imposible. Llegará el momento de buscarme un nuevo caddie estable.

En el último blog os anuncié que hablaría de Íñigo. Es un lujo tenerlo al lado y no lo digo sólo porque sea mi hermano, sino porque sabe mucho de golf y, sobre todo, me conoce perfectamente. Hemos disputado muchas rondas juntos y se sabe de memoria mi juego. Y, también muy importante, mentalmente conoce todas mis reacciones, así que juego muy cómoda con él.

Íñigo empezó a jugar al golf de niño y era muy bueno. Es hándicap 10. Le gustaba mucho y se le daba bien, pero no tiene mucha paciencia. Llegó un día en que decidió cambiarlo por el fútbol. Aquí también es muy bueno. Juega en Pamplona, en el Oberena, un equipo de Tercera división.

Ahora tendremos que encajar los calendarios. A ver si me puede acompañar a mis dos próximas citas en Austria y en el Open de España. Estaría muy bien, pero el trabajo es el trabajo.

¿No os he dicho a qué se dedica?… Está en una importante consultoría económica. Así que os podéis imaginar el trabajo que tiene en estos días que corren…