Qué le vamos a hacer. Los ‘tontos’ de los números hemos encontrado un divertido pasatiempo (apasionante, incluso) en los registros que arroja la carrera de Jon Rahm. Casi cada semana se puede encontrar un ángulo interesante desde el que mirarlos.
Como quiera, además, que Tiger Woods ha puesto sobre la mesa el debate de la actual cultura del pelotazo, refiriéndose a aquellos jugadores que buscan sus tres, cuatro o cinco semanas buenas al año (no le falta razón al californiano, aunque ese es otro tema), viene al caso destacar de nuevo la calidad global de los resultados del joven vasco. Si a Woods le gustan esos profesionales que mantienen el listón alto, sin duda Rahm debe ser uno de sus preferidos.
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Para ello, nos vamos a fijar primero y sencillamente en este dato: Rahm ha disputado hasta la fecha 81 torneos como profesional y suma la friolera de 40 top ten (49,38 por ciento). Por tanto, prácticamente acaba entre los diez primeros en uno de cada dos torneos que juega, y no precisamente en el Asian Tour, Japan Tour, Mena Tour o Alps Tour, con todos los respetos para estos circuitos.
En este punto, y sólo para facilitar la labor comparativa a través de una misma fuente, vamos a centrarnos en los torneos que contabilizan para el ranking mundial. En el caso de Rahm, por ejemplo, habría que añadir algunos torneos que jugó siendo todavía amateur y restar otros, como el Zurich Classic por parejas, que no contabilizan para dicho ranking. El español sumaría entonces 41 top ten en 84 torneos, o lo que es lo mismo, acaba dentro de los diez primeros en un 48,80 por ciento de las ocasiones, también prácticamente la mitad.
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Nadie, salvo Tiger Woods, cuyos números son de otra galaxia, supera estos porcentajes. Tiger, con 234 top ten en 407 torneos se va a un colosal 57,49 por ciento. Rory McIlroy, eso sí, con 146 top ten en 302 torneos, se acerca mucho a Jon (48,34 por ciento). Sobra decir que, hablando de consistencia y regularidad en la excelencia, el mérito es aún mayor cuantos más torneos se llevan disputados, pero la carrera de Jon es la que es, incipiente todavía, y sobre esos números hay que trabajar. En cualquier caso, no olvidemos un interesante apunte: Jon sale aún más favorecido en la comparativa con aquellos jugadores de élite que suman una cifra similar de torneos disputados, como podrían ser Schauffele, Cantlay o DeChambeau…
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A continuación, detallamos una curiosa clasificación histórica, según el porcentaje de top ten obtenidos en torneos que contabilizan para el ranking mundial, aunque, eso sí, con un mínimo de cincuenta torneos disputados (de otro modo, habría que incluir, por ejemplo, al desbocado Collin Morikawa, que suma 4 top ten en 12 torneos, con un 33,33 por ciento, o al alemán Hurly Long, que en su temporada de debut en el Pro Golf Tour germánico acumula ya 12 top ten en 21 torneos, con un porcentaje del 57,14, muy cercano al de Tiger):
1. Tiger Woods, 57,49 por ciento (234 top ten en 407 torneos)
2. Jon Rahm, 48,80 por ciento (41/84)
3. Rory McIlroy, 48,34 por ciento (146/302)
4. Jordan Spieth, 39,24 por ciento (73/186)
5. Ernie Els, 38,65 por ciento (310/802)
6. Dustin Johnson, 36,52 por ciento (103/282)
7. Sergio García, 36,13 por ciento (189/523)
8. Adam Scott, 35,28 por ciento (163/462)
9. Brooks Koepka, 32,9 por ciento (58/176)
10. Matt Wallace, 32,32 por ciento (32/99)
11. Justin Thomas, 32,29 por ciento (52/161)
12. Phil Mickelson, 32,13 por ciento (214/666)
13. Jim Furyk, 31,8 por ciento (201/632)
14. Colin Montgomerie, 31,70 por ciento (227/716)
15. Lee Westwood, 31,48 por ciento (216/686)
16. Vijay Singh, 31,35 por ciento (275/877)
17. Jason Day, 30,66 por ciento (88/287)
Jugadores de un perfil similar a Rahm, por el número de torneos disputados al máximo nivel, tales como Cantlay (27,36 por ciento), DeChambeau (19,62) o Schauffele (20,95) se quedan muy por debajo del de Barrika. Ninguno más, sea de la generación que sea, llega a ese escalón del 30 por ciento de top ten. Y en este grupo se pueden destacar nombres más clásicos como los de Kaymer, Donald, Stricker, Kuchar, Casey, Stenson, Bubba, Oosthuizen, Schwartzel, Simpson, Molinari o Zach Johnson, así como otros algo más ‘modernos’, como los de Reed, Finau, Fleetwood, Matsuyama o Arnaus (que se queda en una gran marca de 19 top ten en 60 torneos).
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Sigamos. La consistencia, obviamente, se mide también por el número de cortes fallados. Y en esta línea los registros de Rahm son también abrumadores en este momento. Tan solo Tiger Woods tiene un porcentaje más bajo que el del vasco. El californiano sólo ha fallado un 7,37 por ciento de cortes (30/407), por el 11,90 por ciento que arroja la carrera de Rahm en los torneos computables para el ranking mundial (10/84). Ningún otro jugador, pasado y presente, en la era del ranking mundial, con un mínimo de cincuenta torneos disputados, baja el porcentaje del español. Sirvan un par de ejemplos como llamativa referencia: Justin Thomas ha fallado hasta la fecha el 19,25 por ciento de los cortes (31/161); y Rory McIlroy se queda en el 16,88 por ciento (51/302). Sergio, hasta hace bien poco segundo en esta estadística por detrás de Tiger, se ha ido ahora a un 13,19 por ciento de cortes fallados (69/523), números que por otro lado siguen siendo fantásticos (sólo Tiger y Jon los mejoran).
Y la guinda del pastel. Las siete victorias en 84 torneos computables de ranking mundial que suma ya Jon Rahm, arrojan un porcentaje de triunfos del 8,3 por ciento, cifra que una vez más sólo supera el extraterrestre Woods (22,60 por ciento de victorias en 407 torneos, gracias a sus 92 triunfos en torneos computables del ranking mundial). Nadie más alcanza ese 8,3 por ciento de Rahm en la era del ranking mundial (desde 1986), con un mínimo de cincuenta torneos disputados. Ya sean quienes sean: Singh, Els, D.J., McIlroy, Spieth…
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Hay que insistir en la idea de que la carrera de Jon no ha hecho más que comenzar, y que seguramente lo más complicado sea alcanzar ese 7,05 por ciento de victorias de Phil Mickelson, pues suma 47 triunfos en 666 torneos. Pero los registros del español sí que marcan ya algo más que una interesante tendencia y sirven desde luego como pista.
