Nunca una bola al agua hará menos daño a Rafa Cabrera Bello que la que tiró en el 18 de Bay Hill este domingo. Daño a medio y largo plazo, aquel que deja secuela, se entiende. Porque escocer, seguro que escoció en su momento: se fueron por el desagüe unos dólares y también unos puntos de FeDex Cup y de ranking mundial que nunca están de más.
“Había una opción entre un millón pero nunca se sabe…”
Pocas veces debiera sentirse el canario más orgulloso de un bogey. La radiografía del golpe, un wedge que dejaba la bola suspendida en el aire una décima de segundo más y metro y medio corta de más, y también el análisis de todo el hoyo, yendo a por todas desde el tee en una salida muy compleja (sólo Roger Sloan se acercó más al green desde el tee), muestran magníficos síntomas.
Rafa no ha querido tampoco vendernos una moto que era fácil de vender. No entraba en su cabeza de un modo concreto y nítido la posibilidad real de embocar desde la calle, que es lo que necesitaba para igualar con Molinari. Pero hay un matiz muy importante: tenía claro que quería dejar la bola muy cerca del hoyo para hacer el birdie, pero también consideró que existía una “posibilidad entre un millón”, así lo ha expresado, de que además terminara entrando. En su relato de los hechos, el español no se engaña ni pretende engañar a nadie, pero el simple hecho de haber considerado esa opción entre un millón lo sitúa en una dimensión distinta.
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No es que Rafa haya sido un jugador timorato en las encrucijadas a cara o cruz, no más que la media en todo caso, pero sí que ha sido siempre tremendamente pragmático y calculador, cualidades sobre las que, por cierto, ha fundamentado una carrera sólida y dura como el pedernal. La cuestión es que hace un tiempo, es muy complicado establecer cuánto, Cabrera Bello habría apuntado nueve metros a la izquierda de la bandera y además habría diseñado un golpe un poco más largo…
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Hace un tiempo, Rafa habría concluido, ya desde el tee, que asegurando el -10 tenía opciones razonables de acabar segundo. Y ese hubiera sido el objetivo, tan legítimo como perfectamente adecuado y lógico. Esta vez, sin embargo, buscó el -11 con determinación y, además, incluso, hasta miró de reojo al milagro. A aquella posibilidad entre un millón. En Bay Hill semejante decisión no marcó la diferencia, más bien le hizo perder terreno, pero apuesto a que antes o después la marcará.
Propongo un experimento. Recapitulemos primero la situación exacta de Rafa en aquel momento: distancia a bandera, posición y márgenes en el leaderboard, cuánto hay que ganar o perder teniendo en cuenta que el liderato es casi una quimera… Y acto seguido establezcamos a bote pronto una relación de jugadores que habrían tomado exactamente la misma decisión que tomó el español y habrían diseñado el hoyo y el segundo golpe del mismo modo. Seguro que inmediatamente brotan nombres como estos: Tiger, Mickelson, McIlroy o Reed… Y, desde luego, Seve. Poco más se puede añadir.
