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Faltan 1.528 días…

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No me quito de encima los negros nubarrones…

Una situación que se ha dado esta misma semana en un ayuntamiento de un pueblo concreto. Resulta que este ayuntamiento, cuyo buen alcalde de un partido concreto (qué remedio…) es votado masivamente por diestros y zurdos, ha organizado unos interesantes cursos para desempleados. De todo tipo. Desde inglés a contabilidad. Te apuntas, pagas una matrícula y finalmente te examinas para obtener un diploma.

Pues bien, aparece un muchacho de unos treinta años y se dirige a uno de los profesores:

– Disculpe, venía a hacer una reclamación por mi examen de inglés.

– Dígame.

– He suspendido el examen escrito –el profesor revisa su caso-.

– Bien, sí, usted aprobó el examen oral y suspendió el escrito porque sus conocimientos, según el examen, no llegaban al mínimo que aquí exigimos para aprobar…

Alumno y maestro se ponen entonces a discutir de un modo educado y tranquilo. Hasta que, eureka, nos topamos de frente con la madre del cordero. El alumno termina esgrimiendo a su favor que él ha pagado la matrícula. El mocetón en realidad contaba con que una vez soltada la mosca (la cantidad, por otro lado, es casi ridícula), el diploma era cosa hecha. Desde luego no se trata de un doctorado en Harvard, pero quizá le venga bien para añadirlo a su currículo, o incluso le sume unos puntos en alguna oposición, qué sé yo.

El profesor, finalmente, sonríe y le dice: «mire, este ayuntamiento no vende diplomas. Queremos que sea algo serio». Todavía no se quedaba muy convencido nuestro treintañero…

Es lo que hay: la cultura del atajo, del jijí, del jajá, y del espera que recojo y nos tomamos unas cañitas, que el jefe está de viaje. Porque además al perfecto imbécil se le veía muy convencido de su reclamación. Qué disgusto tenía el pobrecito: mira que suspender un examen sólo por no demostrar los conocimientos mínimos exigidos… Pero bueno, ¿dónde se ha visto eso?

Majete, afíliate a un partido y haz carrera. Quién sabe, quizá llegues incluso a presidente de gobierno. Al fin y al cabo no hace falta saber inglés para serlo.