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Jon, en realidad no es así exactamente…

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Jon Rahm en la primera jornada del US Open. © USGA/J.D. Cuban
Jon Rahm en la primera jornada del US Open. © USGA/J.D. Cuban

Curiosa e interesante la reflexión de Jon Rahm después de la primera ronda en Shinnecock Hills. “Cada vez que me comporto bien, cada vez que me mantengo sereno y paciente, no juego bien”, ha dicho. Es una sentencia directa y al grano, que es como a él le gusta expresarse.

La realidad, y es una opinión muy personal, es que se equivoca. Seguro que él lo siente así y que podría darnos algunos ejemplos, pero tampoco puede uno evitar plantear la cuestión desde este otro ángulo: vista la hemorragia bestial del primer asalto en el recorrido de Southampton, quizá ese resultado de 78 golpes pudo haber sido aún peor de no haber mantenido la paciencia y la serenidad dentro de unos límites razonables, tal y como hizo.

El dilema de Jon con sus demonios

De hecho, hay una ronda de golf, probablemente una de las más importantes de su carrera hasta la fecha, que nos muestra exactamente lo contrario: la última vuelta de la Final de Dubai, quizá su victoria más importante hasta el día de hoy. Si algo hizo aquel día, ante la salida en tromba de Justin Rose, que ya era el líder en el tee del 1, fue mantenerse sereno y paciente. Cada uno de sus gestos y hasta el modo de caminar en el campo, así lo confirmaron. Aquel día ganó porque se mantuvo positivo, porque aguardó su momento y estaba más que preparado para agarrarlo del cuello cuando llegó.

Jon Rahm con el trofeo de ganador de la Final de Dubai. © Golffile | Thos Caffrey
Jon Rahm con el trofeo de ganador de la Final de Dubai. © Golffile | Thos Caffrey

El control de las emociones que tanto está trabajando con Joseba del Carmen no está reñido con su carácter agresivo e indómito, ni siquiera con el hecho de mostrar gestos airados después de un error o una fatalidad. Rahm, por fortuna, nunca será un corderito apocado y timorato, sencillamente porque su ADN lo impide. Nada tiene que ver una cosa con la otra. Por supuesto que un enfado puede ejercer como despertador mientras se compite y ser beneficioso en un momento dado, pero no puede convertirse en el cimiento permanente de una actitud competitiva. Eso no hay cerebro que lo resista…

Hoy, más que nunca, Jon deberá ser paciente y mantener el temple y la serenidad para pasar el corte y darse una oportunidad de hacer todavía algo grande durante el fin de semana.

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