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Lo que Jon Rahm provoca

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Jon Rahm. © Golffile | Ken Murray
Jon Rahm. © Golffile | Ken Murray

Jon Rahm sigue alimentando el papel de ilusionista, aunque se quedara a un paso de la victoria en el Colonial. Lo hace siguiendo al dedillo la acepción correcta y asumida del término: aquel que es capaz de producir fenómenos que parecen contradecir los hechos naturales. Aquí podríamos incluir una larga lista de fenómenos: desde un drive supersónico o una recuperación imposible, pasando por aquellos treinta golpes por los segundos nueve del domingo en el puñeterísimo South course de Torrey Pines, a ese top ten del mundo antes de cumplir un año como profesional…

Pero lo hace también en una acepción inventada, lisa y llana, según la cual el ilusionista sería también aquel capaz de provocar ILUSIÓN. De despertar en los demás, por tanto, la esperanza viva sobre el cumplimiento de algo atractivo, bueno o sencillamente bonito.

Rahm es un presente envuelto para regalo: te come la impaciencia de puro gozo mientras deshaces a jirones el papel, a ver qué demonios hay dentro.