Andaba José Ramón por Meaztegi como si fuera uno más de los niños finalistas del Seve & Jon. La diferencia entre uno y otros es que el primero ya había cogido por primera vez un palo cuando muchos de los padres de esos niños aún no habían nacido, allá por la primera mitad de los años sesenta del pasado siglo. Todo un pionero que a la edad de nueve años se ganaba unas pesetas como caddie en Neguri.
Seve & Jon: un legado tan infinito como la ilusión de un niño
Se queja con toda la guasa: “antes yo era el JR del golf en Vizcaya, pero ahora Rahm me lo va a quitar”. Y sería capaz de retar al mismísimo mocetón de Barrika a una competición de juego corto. Chipeando no hay quien lo bata, asegura. O quizá se lo pensara, lo del duelo, digo, después de haber visto una vez más esta mañana a Jon tirando globitos alrededor de green con un hierro 4…
Golfero recalcitrante. Impenitente. Si había que jugar en las campas de la zona minera, se jugaba. Si había que fundar un club de golf, se fundaba (La Arboleda). Si hasta jugaba en Meaztegi cuando todavía era un campo nonato, apenas esbozados las calles y los greenes, y aún se estaban moviendo tierras, con Seve, el diseñador, a los mandos.
Jose Ramón, que además de caddie infantil fue mecánico y un buen guardameta en el fútbol aficionado, está ya casi recuperado de una dermatitis que le impedía agarrar el palo, así que está regresando al verde, poco a poco, comenzando por el hermoso recorrido de pares 3 de Meaztegi.
Rahm se ha preguntado hoy por qué no podrían salir de este Seve & Jon, con el transcurrir de los años y el imparable crecimiento del evento, nuevas estrellas del golf español. Lo que es seguro, y de eso se trata, es que saldrán un buen puñado de ‘joseramones’. Cualquiera de los nuevos JR, en la versión que ustedes gusten, serán bienvenidos.
