Inicio Blogs David Durán Rahm, las prisas y los sueños

Rahm, las prisas y los sueños

Compartir

Después del gigantesco logro de Jon Rahm en 2016, cuando se metió en el bolsillo la tarjeta del PGA Tour en poco más de un mes de trayectoria profesional, las expectativas en torno al mozo de Barrika se dispararon. Pero lo de menos es que usted o yo pensáramos que su estreno victorioso en el circuito más importante del mundo era sólo cuestión de tiempo, más bien poco que mucho; lo verdaderamente impactante es que siempre es él quien lleva los sueños aún más lejos, los hace aún más grandes.

Sin embargo, en los últimos torneos que había disputado antes del Farmers, me dio la ligera sensación de que Rahm iba con demasiada ansiedad por el campo. O quizá demasiado exigido por las expectativas de los demás y los sueños propios… Por momentos pareció que quería hacer el birdie casi antes de jugar el hoyo.

Si así ocurrió, ahora mismo no lo sabemos (prometemos preguntárselo), pero si se dio el caso, vaya manera de cortar por lo sano en tiempo récord. Es el signo de los campeones: los picos abruptos, bestiales, en la gráfica de su evolución. Miente como un bellaco cualquier experto en tenis que ahora jure y perjure que en 2004 estaba convencido de que Rafa Nadal jugaría siquiera una semifinal en Wimbledon. Nadal jugó finales y ganó en Wimbledon porque soñó hacerlo y, luego, agarró al sueño por el cuello y se lo llevó puesto al trabajo.

No se me ocurre establecer comparaciones entre Nadal y Rahm. Tiger y Rahm. Seve y Rahm. Sería injusto (con Rahm) y oportunista (de cara a usted, estimado lector). Sólo digo que, al igual que Nadal, Rahm es de los que sueñan y se llevan puesto el sueño a la oficina, no lo dejan debajo de la almohada. Después, claro, ni siquiera ello te asegura el éxito.