Un gesto de desaire, frustración y cabreo casi le cuesta una lesión en el hombro a Sergio, allá, en los arbustos de la izquierda del hoyo 4 de Royal Birkdale. Hacía mucho tiempo que no mostraba tan a las claras tales emociones, aunque la procesión vaya por dentro tantas veces. Y el azar, la fatalidad, los dioses puñeteros del golf o quien quiera que sea, casi se lo hacen pagar caro. Un poquito de manga ancha, señores entes incorpóreos, que aunque los arbustos no tuvieran la culpa de nada, tampoco ha sido para tanto y Sergio lleva años portándose mejor que bien.
Afortunadamente, en un plis plas había parcheado las fugas de su burbuja y se metía en faena, hasta el punto de llegar a ser al final del día uno de los escasísimos ocho jugadores que firmaban una tarjeta bajo par en el muro de Southport.
Hasta el punto también de meterse de nuevo en ese club ultra exclusivo de los jugadores que han pasado el corte en los tres Grandes disputados en 2017, Masters, US Open y Open Championship. Sólo quedan 19 valientes. A saber: Sergio, Kuchar, Casey, Matsuyama, Henley, Koepka, Fowler, Spieth, Kaymer, Stricker, Westwood, Hoffman, Grace, Fitzpatrick, Leishman, Wiesberger, Kisner, Holmes y Els (Ernie sigue dando lecciones de talento y amor propio).
Cada cual tendrá una historia que contar de esta segunda jornada infernal en Royal Birkdale. La sobresaliente ronda de Sergio la podemos resumir así: casi en cualquier situación él puede meter la mano en la chistera y sacar el golpe que hace falta; después, sale o no, que esa es otra historia. Pero tenerlo, lo tiene.
