Ha querido el destino y la naturaleza, imprevisible y salvaje cuando a ella le da la gana, que el último torneo de Mariaca López Bachiller haya sido tan peculiar, caótico y a la postre brillante como su vida misma, embarcada como estuvo desde antes de cumplir los veinte años (1973) en el circo del golf.
Quizá algunos lectores de esta página y de otros medios no terminen de comprender el bombo y alcance que se está dando a la despedida profesional de esta pequeña gran señora, pero la historia del European Tour, que arrancó en 1972, no se entendería al completo, sobre todo en lo que respecta al golf español, sin el engranaje que ella ha representado. Sin su presencia en la intendencia de la comunicación, de las relaciones públicas y como enlace crucial con los grandes protagonistas, que son los jugadores, y no sólo con ellos, sino también con patrocinadores, promotores, agentes y todos y cada uno de los actores de este apasionante mundillo. 
La industriosa Mariaca. O quizá habría que decir ‘industrial’. Porque ella ha estado y permanecido en el golf, pero sobre todo ha hecho golf. Ha tejido y mejorado algunas de sus estructuras. Y eso sin coger un palo en la vida…
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No olvidemos que precisamente el golf español es una parte fundamental del circuito europeo. Una pata sólida e indispensable de la mesa. Los jugadores que nos han representado a lo largo de todos estos años han sumado, entre otros logros, la impresionante cifra de 184 victorias, contando con esta última de Sergio García en Valderrama. Sólo Inglaterra y Estados Unidos nos superan y tan solo los ingleses si nos ciñéramos al calendario regular, que al final es el día a día y la base de todo.
Ni que decir tiene que la relación de Mariaca con los jugadores iba mucho más allá de los españoles, era su obligación, pero es evidente que ella ha vivido, sufrido y disfrutado a pie de campo con mayor intensidad los avatares de la Armada, sus éxitos y también los momentos de amargura. Hay algunos datos que resultan sobrecogedores: ella estuvo presente, allí, en el campo, en más de un tercio de las victorias de Severiano Ballesteros en el circuito europeo (ganó 50 torneos y Mariaca estuvo en 18 de ellos). No es extraño que el genio cántabro le dijera repetidas veces aquello de “joé, Mariaca, tú eres la única que siempre pasa el corte…”.
La cifra de victorias españolas con Mariaca al pie del cañón, presente en el green del 18, se eleva a un total de 47, que ya son victorias (más del 25 por ciento del total, una de cada cuatro), distribuidas en 45 años de ejercicio, en trece jugadores distintos y en nueve países diferentes, aunque la mayoría en suelo español, que es donde más ha ejercido, sobre todo en las dos últimas décadas de su carrera.
La primera, aquella de Francisco Abreu en el Open de Madrid de 1976, hasta hoy mismo, despidiéndose con la victoria de Sergio, y pasando por algunos de los éxitos de la historia viva del deporte de los catorce palos en nuestro país: Antonio Garrido, Ángel Gallardo, Manuel Piñero, Pepín Rivero, Diego Borrego, Miguel Ángel Jiménez, Nacho Garrido, Álvaro Quirós o Jon Rahm. Asistió en directo a más de un tercio de los triunfos de José María Olazábal en el circuito europeo (9 de 23) y a un tercio exacto de los de Sergio (5 de 15)…
Sin olvidar que cuando algún jugador español ganaba en cualquier esquina del mundo, muchas veces la primera llamada que recibía era la de ella, presta a recoger las declaraciones pertinentes para enviarlas a todos los medios españoles.
Es imposible hablar con Mariaca de este tema y que ella no incluya la Ryder Cup en la lista, con la de Valderrama 1997 por delante, donde sólo le faltó salir en algún fourball, tal era su nivel de actividad… Estuvo presente en once ediciones, de las que Europa ganó ocho, perdió dos y empató una, reteniendo la copa. También guarda con especial emoción el recuerdo de aquel Seve Trophy del año 2000, el primero…
Hace unas semanas, en París, cruzando de cabo a rabo el Golf National a la seis menos cuarto de la mañana porque la habían desembarcado en la puerta equivocada, casi se echa a llorar, pasmada de frío, cansancio y sueño. La decisión profesional de dar un paso al lado ya estaba más que tomada desde hacía tiempo, pero aquello, sin duda, todavía le ayudó a entender mejor que en efecto era el momento de saltar al otro lado de la barrera.
Ella sale ganando. Su familia sale ganando. Nosotros, el resto, no.
