El lenguaje corporal es muy expresivo…
Sergio García no fue el mejor pateador en el The Players (de haber sido así habría cerrado el torneo mucho antes), pero sí ha pateado con la consistencia o regularidad necesaria, teniendo en cuenta que no todas entran.
Los greenes de Sawgrass no son ninguna bicoca para el profesional: duros, rápidos, con caídas tremendas… Son greenes de torneo 'major' americano. Pero Sergio transmitía más seguridad. Los errores no carcomieron su moral. En definitiva: el gesto de Sergio cuando falló el domingo el putt para birdie del hoyo 2, o cuando falló el del hoyo 16, no era crispado.
Evidentemente, todo debe formar parte de su nuevo entrenamiento. Falló porque todos fallan putts, pero lo más importante: el fallo no quedó grabado a fuego y siempre que se plantó en un green 'partió de cero'. Sólo se le vio sufrir de verdad en el final de la tercera jornada, después de tripatear en el hoyo 17.
Y ustedes podrán decir: qué fácil es hacer un comentario así después de un triunfo; se trata sólo de un ejercicio de autosugestión absolutamente influenciado por el resultado final. Puede ser.
Pero la prueba de fuego nos la dio el jugador español, precisamente en el hoyo 17 de la cuarta y definitiva jornada. Venía de fallar el citado putt de algo más de un metro en el 16 y se dejó en el 17 uno para echarse a temblar… Y su ejecución fue sencillamente maravillosa. A mi, al menos, me lo pareció, dada la situación y el momento. Y eso que no la dejó dada. Más de diez metros, con caída ligera en un primer tramo de derecha a izquierda y la necesidad imperiosa de dejar muerta la bola en el inicio de una pendiente pronunciada que llevaba la bola al hoyo, con nueva caída incluida de derecha a izquierda (si no me equivoco…). Un toque de máxima precisión. Y decisión.
Visto aquello, todos teníamos un poco más claro que el decisivo putt del 18 también iba a entrar. Sospecho que Sergio también, que al fin y al cabo es de lo que se trata.
