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¿Por qué llevo años sin mejorar?

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© kenneth e.dennis | Golffile
© kenneth e.dennis | Golffile

Desde que comencé a trabajar en el club de golf de Costa Ballena (Rota, Cádiz) salgo a jugar, al menos una vez a la semana, con cualquiera de los abonados. Lo tomé como una norma. A pesar de que es algo que no he visto hacer con un poco de cotidianidad a ningún otro compañero profesional en ninguno de los campos en los que he trabajado (entre los que incluyo un par en Irlanda y Estados Unidos), tenía muchos motivos para hacerlo. He aquí unos pocos:

Me permite conocer más rápidamente a la masa social del club.

Sé en todo momento qué ven y sienten ellos sobre las condiciones en las que está el campo. Siempre estoy al tanto de si los greenes están rápidos, el rough alto, la humedad de la hierba, etc…

Me permite mantenerme a un nivel de juego decente y meterme cierta presión: ¡No puedo salir a jugar 9 hoyos y hacerme 7 bogeys! Especialmente con los hándicap bajos.

Observando jugar a alguien una vuelta de golf soy capaz de identificar perfectamente qué está fallando en su juego.

Este último punto es precisamente el que quería tratar hoy. Los profesionales nos vemos a menudo obligados o empujados a trabajar una hora detrás de otra en canchas de prácticas. Es normal. Al fin y al cabo, somos los primeros interesados en identificar el patrón de vuelo de la bola de nuestros alumnos, que es una de las principales fases a cubrir al comienzo de cada clase. Y qué mejor que ver 10 golpes seguidos, claro… Pero por otra, nos perdemos una gran parte de la película. ¿Por qué un jugador ha hecho diez golpes más de los que quería? Eso siempre ocurre en el campo.

Lo que más me gusta y lo que menos de un profesor de golf

El otro día se disputó un torneo en mi club y sólo seis jugadores de 80 inscritos consiguieron hacer 37 puntos Stableford o más. Es decir, solo un 7.5% de los que salieron al campo consiguieron su objetivo. ¿Quiere eso decir que son los únicos que dan clase de golf? Para nada.

¿Está acaso relacionado con que tengan mejor swing que el resto? En absoluto, dado que la mitad de ellos tenían más de hándicap 15. No estaban jugando al draw o al fade dependiendo del viento, vamos. A veces se nos olvida, pero alrededor del golfista, da igual que sea profesional o amateur, hay al menos cinco áreas distintas:

– Técnica

– Física

– Táctica

– Mental

– Estilo de vida

Nosotros, como profesionales y profesores, a menudo nos quedamos en la primera. Pero es muy posible que antes del torneo de la semana pasada en Costa Ballena, disputado en sábado, hubiera al menos diez personas que salieron a tomarse una o dos copas después de cenar y antes de madrugar a las 7 de la mañana. Venían de muchos puntos de España, era un fin de semana distinto, llevaban trabajando toda la semana… Es difícil jugar bien durante 18 hoyos si uno está en mala forma, duerme poco y encima puede tener algo de resaca.

¿Qué ha cambiado en el swing de Tiger Woods?

Ahora, consideremos a un jugador del PGA Tour. Están son las personas que tiene (o debería) tener cerca para llegar a triunfar en el circuito:

– Caddy

– Un club fitter de primer nivel

– Un nutricionista

– Un óptico

– Familia y amigos

– Un estadístico o analista del rendimiento

– Podólogo

– Un psicólogo deportivo

– Un preparador físico especializado en golf

– Un profesional bien formado (de swing, de putt, juego corto, distancia o todos a la vez)

Cada uno de estos factores tiene una misión en el equipo de cada profesional. Hace unos años, por ejemplo, leí una encuesta que decía que lo que más valoraban los jugadores del PGA Tour de sus entrenadores (los de swing, por llamarlos de algún modo) era lo que les ayudaban en el plano personal: cómo manejar la presión, cómo afrontar la competición, cómo sentirse… Todo esto forma parte de un punto de vista más holístico de la realidad; tiene en cuenta el conjunto de interacciones que la componen, no sólo una.

Un método para hacer más metros sin meses de duro trabajo

Yo he recordado jugando una vez a la semana en Costa Ballena con sus abonados que la razón por la que un hándicap 20 no mejora no es, en casi la totalidad de casos, porque tenga un swing mejor o peor. Y seguramente le valga para usted también, que lee esto con hándicap 15: apuntan mal en cada golpe, toman una estrategia completamente suicida en muchos hoyos, tiran siempre a bandera, no saben valorar riesgos, se enfadan a la primera de cambio, no saben qué palo le va mejor a sus características de juego, no miden la intensidad del viento, leen mal los putts… Hay muchas más razones que si la bola le abre veinte metros o solo cinco.

Una vez finalizo una vuelta, suelo hacer un análisis estadístico, técnico y estratégico del jugador con el que juego. Nunca me paro más de cinco minutos en explicar la técnica, porque a menudo es fácil y representa una vía más sencilla de mejora para el alumno centrarme en otros aspectos. Es probable que sea también la razón por la que usted lleva años sin mejorar, no porque no va a tirar bolas cuatro veces a la semana.

*Enrique Soto es profesional de la PGA Británica y su cuenta de twitter es @esoto

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