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MILAGRO NO, TRABAJO BIEN HECHO

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Por Javier Pinedo, narrador de Golf + 

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Los franceses celebra la victoria de Havret en Loch Lomond en 2007

El golf francés acaba de ser protagonista en el circuito europeo…

A los triunfos de Levet en Aloha se sumó la semana siguiente el de Bourdy en Portugal, hecho del que pocos países pueden presumir, haber visto a dos de sus jugadores ganar sendos torneos del circuito de forma consecutiva.

Casi podríamos decir que era exclusividad de dos naciones, España e Inglaterra. Pero no contento con ello -a los éxitos nunca nadie se acostumbra- un tercer galo, Michael Lorenzo Vera, en realidad un jugador de rugby frustrado, estuvo a punto de conseguir en China un hat trick inusual, de no ser por su hundimiento en la última jornada que pese a todo le sirvió para terminar segundo.

Tres jugadores que sumar a los clásicos Remesy, Van de Velde y Cevaer, que están consiguiendo que el país vecino se esté convirtiendo en una potencia del golf continental.

Cierto es que todavía están en busca de una locomotora -Van de Velde por culpa de las lesiones y de su episodio de Carnoustie nunca ha conseguido cuajar como tal- pero que duda cabe que el golf francés está de moda en Europa y bueno sería que algunos se fijasen en él y en su transformación por si algo se puede aprender.

Para muchos la respuesta a lo que sucede en Francia es fácil -o así no tienen que pensar mucho más-. Sencillamente, tienen mucho dinero. Entonces conviene hacerse la siguiente pregunta: ¿cómo explicar entonces que con tanto dinero no lleguen los resultados a nivel aficionado, donde España arrasa, y sí empiecen a llegar a nivel profesional tanto en chicos como en chicas? 

El golf francés sufrió un gran boom allá por los años 70 y principios de los 80, con un crecimiento sostenido de más del 30% anual durante más de 5 anos. Esto provocó que el dinero llegase a espuertas, pues todos buscaban el escaparate de un deporte elitista para anunciarse y captar ese plus de dinero.

Se cometieron muchos errores, a todos los niveles, pero también se hicieron muchas cosas buenas y entre todas ellas poner buenas semillas y unos cimientos sólidos en los que basar una futura estructura de todo el golf.

Así llego el centro nacional, la envidia de gran parte de las federaciones europeas, con 3 campos, el Albatros, sede fija desde hace años del Open de Francia, ¡todo un campazo! , el Águila, casi un verdadero link muy divertido, y el Birdie, un 9 hoyos con cinco pares 3, tres pares 4 y un par 5 que hacen las delicias de todos los que se inician en este deporte.

Además el complejo se completa con un hotel, el Novotel, con el cual la Federación francesa tiene un acuerdo para hospedar a sus equipos nacionales, y un edificio totalmente funcional y nada aparente para las oficinas, o sea al revés que aquí.

El golf profesional estaba inundado de dinero y los profesionales no sentían ninguna necesidad de ir a pelearse por sus garbanzos fuera, pues con más de 150 días de Pro-Ams al año, a razón de más de 50.000 pesetas de entonces, de fijo más los premios, pues no había ninguna necesidad. Además como todos eran considerados como grandes figuras pues… ¿para qué?

Sin embargo, la ausencia de resultados llevo a una profunda reflexión y se decidió cambiar la política y empezar desde abajo. El dinero se transformó en torneos del challenge y, sobre todo, en intentar dotar al golf profesional francés de una verdadera estructura competitiva, o lo que es lo mismo, totalmente profesional.

Así los profesionales que se acogían al programa, casi todos, podían beneficiarse de técnicos de la Federación, de psicólogos, de preparadores físicos, más una ayuda económica que les permitiese no tener que preocuparse de ese aspecto para viajar.

Ha sido una travesía en el desierto de unos cuantos años, mientras en muchos sitios, España entre otros, se veía al golf francés como un pozo sin fondo de dinero mal aprovechado pues no llegaban los resultados.

Pero la Federación no se desalentó, más bien todo lo contrario, y poco a poco los resultados van apareciendo, primero con un número elevado de franceses en el circuito, algo impensable hasta hace pocos años y, posteriormente, con las victorias: Van de Velde, Cevaer, Remesy, Havret, Bourdy o Lorenzo Vera ganador del Challenge el año pasado.

Todo esto no es fruto de un milagro, y sí más bien de un trabajo de años y sobre todo de una planificación muy profesional, que ha hecho que ya nadie se ría del golf francés y que algunos empiecen a estudiar su modelo. Y es que copiar lo bueno no tiene nada de malo.