Por Rafa González Caballero, corresponsal de Ten-Golf en Estados Unidos
No hay, ni por asomo, ningún deporte individual al máximo nivel en el que la igualdad sea tan brutal como en el golf…
Así es, porque en cada momento juegas contra todos tus grandes o medianos rivales. No hay cabezas de serie en los torneos ni un cuadro de enfrentamientos donde el duelo entre los mejores se pospone a las últimas rondas. No: Tiger siempre juega contra Mickelson, contra Stricker, contra Immelman, contra Scott, Rose, Singh o García… En realidad, juega a la vez que todos ellos y contra un campo. Y cada golpe cuenta. Un 'cañazo' de Federer, en muchas ocasiones, quizá no sea más que un 0-15 que nada tiene de decisivo; un mal golpe en golf, una mala elección de palo en el primer hoyo del primer día de torneo, será una muesca en tu tarjeta por los siglos de los siglos, y sí puede resultar fatal. El margen de error es menor.
No es noticia que Federer o Nadal ganen siete, ocho o nueve torneos al año… Sí lo es en golf, incluso cuando se trata del mismisimo Tiger Woods. Precisamente porque quienes pertenecen al mundo del golf son conscientes de lo que eso supone en este deporte: un verdadero hito.
Pero no es mi intención darle hoy más coba al número uno mundial. Mi razonamiento, espero, es algo más sutil…
Puedo entender cierta desazón ante la ausencia de determinados nombres en el próximo Open de España
Fundamentalmente, los de Chema Olazábal, Sergio García y algunos ingleses. Pero en un torneo de golf de la entidad de éste, un torneo del circuito europeo, siempre hay mucho que ver, que admirar, hay muchos jugadores a los que seguir, a los que conocer. Algunos de ellos serán el Immelman del mañana que se ponga una chaqueta verde. Ahí va un ejemplo de igualdad: Immelman, precisamente, jugó el Open de España dos veces (en 2001 y 2002; muy joven, es cierto, pero con todo su talento) y no llegó siquiera a pasar el corte. La competitividad es brutal. El nivel, impresionante.
Otro ejemplo: el mejor puesto de Henrik Stenson en un Open de España ha sido el 54º en 2002… Fue la única vez que pasó un corte, porque falló los de 2000, 2001, 2003 y 2004.
Chema Olazábal, por ejemplo, tiene su palmarés repleto de top-ten en el Open de España, pero jamás consiguió ganar este torneo… Si usted vio a Schwartzel ganar en Madrid el año pasado, quizá vio ganar a un futuro vencedor de 'major'… ¿No pagaría hoy por haber visto a Severiano en sus inicios? Pues no se pierda, salvando las distancias, a otros jóvenes valores españoles que pronto darán que hablar, si no lo están haciendo ya…
De acuerdo, estúpido no soy: los grandes nombres, los grandes reclamos, están y son por algo. Una trayectoria más regular, mayor solidez, un toque indescriptible de genio, una cabeza fría en el momento y el lugar oportunos… Claro que querríamos tener a Westwood y a Poulter, pero esto que leen no es un consuelo barato.
Por eso, vuelvo a subrayar, apoyado en esa igualdad descrita y en la magia del golf: la calidad del juego de los mejores en la semana de nuestro Open, no va a diferir casi en nada con la de quienes se jueguen el título en el Wachovia del PGA Tour esa misma semana. El espectáculo está asegurado. No se lo pierda.
