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Porque el golf hay que tomarlo con filosofía

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Por Terry Pilkadaris, golfista profesional del Circuito Europeo

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Terry Pilkadaris, durante su clase magistral rodeado de niños

¿Se imaginan a un futbolista que acaba de fallar un penalti firmando autógrafos a la salida del estadio?…

No, ¿verdad? Pues en golf eso no pasa. Los golfistas están hecho de otra pasta y nos lo demostró Terry Pilkadaris a la conclusión de la segunda vuelta del Open de España.El australiano ofreció una lección de cómo tomarse el golf con filosofía. 

 Terminó su segunda ronda con 79 golpes, +12 en el total, en el puesto antepenúltimo del torneo. Como se podrán imaginar, no es como para estar como unas pascuas.

De hecho, nada más terminar acudió al putting green para practicar, para machacarse. Estaba solo, era tarde y se le acercó uno de los niños que están todo el día en el Real y que se lo están pasando en grande esta semana. Le pidió la gorra. Y se la dio. Pero es que después le retó. El niño, que se llama Fernando y juega como los ángeles (es hándicap 13 con doce años) le pidió partido, le dijo que si se echaba un torneo de putt.Pilkadaris ni se lo pensó. Le dijo: “tú consígueme bolas y a ver si me ganas”. Fernando tardó entre uno y dos segundos en regresar con siete bolas en la mano.

Así empezó la competición. De hoyo en hoyo. No obstante, no acaba aquí la clase de Pilkadaris. El ‘aussie’, al segundo hoyo, estuvo corrigiendo a Fernando, dándole algunos consejos, cómo debía colocarse, cómo debía balancear los hombres, dónde tenía que mirar… Y Fernando con los ojos como platos y los oídos más abiertos que en toda su vida. Pero aún hay más…

La lección de putt de Pilkadaris a Fernando empezó a congregar a otros niños alrededor del putting green. La mayoría, amigos del pequeño protagonista. Cuando Terry los vio les dijo: “anda, meteros aquí cono nostros y vamos a jugar todos”. Y allí que se montó un torneo entre Pilkadaris y nueve niños del Real Club de Golf de Sevilla que estaban como unas castañuelas.Pilkadaris se ponía en el centro y explicaba cómo había que patear. Después fue corrigiendo uno a uno a cada niño para mejorar sus resultados. Señor Pilkadaris, usted es un crack.