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Tadd Fujikawa, en busca de un sueño

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Por David Martínez Campos, periodista de TVE

 

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Fujikawa, en el Sony Open

Se cumple un ciclo. Se cumple un año desde que este orondo chaval de Honolulu nos mantuviera pegado a la tele durante 4 días históricos en el Sony Open de Hawaii, en enero de 2007…

Era algo nuevo, algo fresco en un Circuito en el que las cosas fuera de lo común cada vez están más ligadas a una pegada surgida de un físico descomunal, o a un swing en slow-motion cargado de potencia. Ver aparecer por las calles de Waialae a un jugador de algo más de metro y medio de altura y 70 kilos, entre los vítores del público, me dejó con la boca abierta. Era (y es) el héroe local, y se convirtió por un momento en la nueva figura del golf mundial.

En ese torneo, con 16 años y 4 días, pasó a ser el segundo jugador amateur en pasar el corte en un torneo profesional (el primero fue Sergio García). En su segunda vuelta, un birdie en el 16 lo metió en el corte, y su putt en el 18, de casi 5 metros, para eagle, lo catapultó a disputar las dos últimas rondas. “Deseo que todo el mundo se sienta como yo me siento hoy”, dijo entonces. Tuvo el honor de salir al campo el domingo junto a un Jim Furyk, algo que casi no se lo creía.

Terminó vigésimo, compartiendo el liderato en greenes en regulación (75%). Un mes después ganaba el Pearl Open de Hawaii, compitiendo contra profesionales americanos y japoneses, siendo el primer amateur en hacerlo desde 1992.

No era su primer record. Nació prematuramente en 1991 (sólo estuvo 3 meses en el vientre de su madre, Lori), con un 50 % de posibilidades de vida. No pesaba ni un kilo y cabía en la palma de la mano de su abuelo. Incluso, los médicos temieron que Tadd sufriera una lesión cerebral.

Tras convertirse en campeón nacional norteamericano de judo hasta cuatro veces entre los 8 y los 11 años, Tadd cambió sus prioridades y puso sus ojos en el golf. Proviniendo del High School de Moanalua, en su ciudad natal, se clasificó con 15 años como amateur, para el U.S. Open de 2006 en Winged Foot, siendo el primero en conseguir tal hazaña desde la Segunda Guerra Mundial. En aquella ocasión firmó dos vueltas de 81 y 77, fallando el corte por 9 golpes.

Después vino el bombazo de Hawaii, y 6 meses después se hacia profesional. Debutó en el Circuito, con todos los derechos, en el Open de Reno-Tahoe, donde no pasó el corte. Tampoco en el Jane Rogers Championship de Mississauga, el Omega European Masters de Suiza, del Tour Europeo (donde nos dejó un albatros increíble), ni en los 5 torneos siguientes, incluido el Albertsons Boise Open, donde al menos nos dejó un hoyo en uno en el 17.

Ese ha sido su comienzo entre los grandes del golf. Patrocinado por una petrolera de Aloha, que dona 3 centavos al golf júnior de las islas hawaianas con cada galón que consume Tadd en sus viajes, le queda un largo camino por delante en el mundo profesional. Comenzaba diciendo que se cumple un ciclo, y así es, porque hace sólo una semana Taddster ha vuelto a su campo, a Waialae, para rememorar su hazaña, y también para disputar, por primera vez como profesional, el Sony Open.

Las cosas no le han ido tan bien. No pasó el corte, con una tarjeta al par el primer día (empezó con un nada halagüeño bogey en el 1) para firmar +4 el segundo, lo que le suponía decir adiós a sus incondicionales.

El público le sigue queriendo, pero aún le queda mucho por recorrer para, por ejemplo, recibir una invitación del Bob Hope Chrysler Classic, que se juega esta semana.