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¿Y por qué tiene Sergio que ganar un grande ya mismo?

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Por David Durán,

Delegado del diario Marca en Sevilla

 

Nos hemos empeñado en que Sergio García tiene que ganar un grande y, además, en que tiene que hacerlo ya…

La impaciencia de siempre en este país, la maldita afición de regodearnos en el sufrimiento del ídolo, de revolcarnos en el barro de un fracaso que en realidad no es tal. ¿Es un fracaso haber permanecido durante siete años entre los diez primeros del ránking mundial? ¿Es un fracaso haber ganado dieciséis torneos desde 1999 hasta hoy? ¿Es un fracaso trabajarse una ingente cantidad de campeonatos hasta el punto de ponerse el domingo en disposición de ganarlos, aunque al final no se pueda rematar la faena? ¿Son un fracaso sus numerosos top-ten en todos los grandes? ¿Y sus actuaciones, más que brillantes, en la Ryder Cup?

En Inglaterra aún están esperando al nuevo Faldo, y los verdaderos amantes del golf lo hacen allí con elegancia y, sobre todo, paciencia. Saben que el momento de Casey, Donald, Howell o Rose en los majors va a llegar. Y si no llega, aquí paz y después gloria. Lo que no puede ser es que aquel maravilloso torneo de Sergio en Medinah en el PGA del 99 y su acoso a Tiger vaya a pasarle factura al de Borriol toda su vida. Es como si aquel día (y antes también…) hubiésemos decidido que el Niño tenía que ganar, qué se yo, tres, cuatro, cinco o seis grandes. Por pedir que no quede…

Ganará o no ganará un grande, pero hágamos el favor de valorar su golf, de disfrutar con su juego, y comprendamos que a este chico no le vale con quedar octavo o quinto, posiciones que más de uno buscan en determinados momentos de determinados torneos porque también dan prestigio y engordan la cuenta. Si Sergio necesita un eagle para presionar al líder lo va a buscar, asumiendo el riesgo que tenga que asumir, su juego no admite componendas y a veces lo paga caro, pero a mi me emociona esa ambición. 

¿Por qué se tiende siempre a comparar? Sergio es Sergio. No es Severiano, ni Olazábal, ni Woods. ¿Y por qué, metidos en harina, se busca y resalta casi siempre la comparación más odiosa? ¿No sería bueno también considerar que Phil Mickelson, niño prodigio en su día del golf americano y mundial, no ganó su primer grande hasta 2004, a punto de cumplir 34 años (Sergio cumplió 27 en enero)?