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La canción de la redención

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Tiger Woods saluda a Brandt Snedeker tras la cuarta ronda del Valspar Championship. © Golffile | Dalton Hamm
Tiger Woods saluda a Brandt Snedeker tras la cuarta ronda del Valspar Championship. © Golffile | Dalton Hamm

Era el último tema del que sería su último álbum, una balada sencilla, desnuda, guitarra y voz, alejada de sus ritmos habituales, una incursión en el folk que acercaba al autor, Bob Marley, a su tocayo Bob Dylan y lo separaba por unos instantes de sus raíces reggaes. Era una canción que hablaba de liberación, de emancipación, del poder de las palabras y de la música. En palabras del poeta y locutor Mutabaruka, «la grabación más influyente en la historia de la música jamaicana». Era Redemption Song (mucho mejor el título original que el ripio involuntario que da título a esta columna).

Bob Marley.
Bob Marley.

La redención vertebra la cultura occidental desde su posición como dogma fundamental de cristianismo, aunque no es un elemento exclusivo de esta religión, ni mucho menos. Llevamos milenios aferrándonos al concepto de la salvación por medio del sacrificio, e inevitablemente esta idea empapa todos los estratos de la vida, desde los más profundos a los más triviales. Desde el relato medieval de la búsqueda del Grial al análisis del periplo del héroe a cargo de Joseph Campbell, que en sus obras enlaza los mitos clásicos con elementos universales que sirvieron como base a títulos seminales de la cultura popular como Star Wars, la redención ejerce de hilo conductor para las mejores historias. Y si no que se lo digan al «renacido» Leonardo DiCaprio, que prácticamente tuvo que volver de la tumba encarnando al trampero Hugh Glass para hacerse con el Oscar gracias a la película de Alejandro González Iñarritu. Cierto es que su carrera gozaba ya entonces de una salud envidiable, pero el galardón le esquivaba y la analogía resulta curiosa.

En palabras del poeta y locutor Mutabaruka, «la grabación más influyente en la historia de la música jamaicana»

Aunque corren malos tiempos para el perdón, y vivimos días de sangre caliente e impulsos mal sujetos, las redenciones, las resurrecciones y los regresos, además de formar una curiosa aliteración, siguen ocupando un lugar importante en nuestros corazones. Como DiCaprio en la película que ya hemos mencionado, Tiger Woods también ha tenido que enfrentarse a unos cuantos osos metafóricos antes de plantarse una vez más, muchos años después, un domingo con opciones de ganar un nuevo torneo en el PGA Tour. Los zarpazos de las lesiones dejaron maltrecha su espalda y al dolor físico, que palió con dosis generosas (siendo amable con el término) de analgésicos, se le sumó el dolor psicológico que causó y sufrió por su modo de vida heterodoxo (y de nuevo recurro a un eufemismo). Parece que las adicciones han quedado atrás, que en su vida vuelve a imperar cierta calma, que las prioridades se han ordenado y que su cuerpo resiste.

Leonardo DiCaprio, en El Renacido.
Leonardo DiCaprio, en El Renacido.

El público estadounidense, de momento, ha dictado sentencia y ha dejado claro que está dispuesto a olvidar y que quiere volver a disfrutar del mejor Tiger Woods. Sin desmerecer a los jóvenes, o no tan jóvenes, astros que llevan años peleándose por cubrir el gran hueco que dejó en su momento, los aficionados sueñan con un duelo de cuarentones el domingo del próximo Masters entre el hombre de la eterna sonrisa y el pulgar en alto, un Phil Mickelson que ha vuelto a ganar esta temporada, y un Tiger Woods redivivo y redimido. Y los aficionados no son los únicos que se relamen: los mandamases de la CBS deben estar nerviositos perdidos después de ver las cifras de audiencia del domingo pasado en el recorrido Copperhead de Innisbrook.

Como DiCaprio en la película que ya hemos mencionado, Tiger Woods también ha tenido que enfrentarse a unos cuantos osos metafóricos

A este lado del charco también cuesta contener la ilusión. Estamos disfrutando de un momento único, con Sergio García como campeón defensor del título del Masters, Jon Rahm pugnando por el número uno del mundo y Rafa Cabrera-Bello en la zona noble del ranking, y la presencia de Tiger Woods añade picante a un panorama espectacular.

Phil Mickelson © PGA Tour
Phil Mickelson © PGA Tour

Aunque los 18 majors de Nicklaus siguen pareciendo lejanos, Tiger Woods está a tres títulos de las 82 victorias en el PGA Tour de Sam Snead, quien obtuvo su último título hace 52 años en Greensboro cuando ya había cumplido, curiosamente, 52 años. Después de lo ocurrido en el Valspar Championship, parece una meta asequible. Huelga decir que, visto lo visto en las dos últimas temporadas, todos andamos con el freno de mano echado por si algún revés hace que descarrilen las esperanzas del californiano, pero las señales son, sin duda, esperanzadoras.

El público estadounidense, de momento, ha dictado sentencia y ha dejado claro que está dispuesto a olvidar y que quiere volver a disfrutar del mejor Tiger Woods

Cuando Bob Marley compuso Redemption Song ya le habían diagnosticado el cáncer que acabaría con su vida al año siguiente, en 1980, con lo que el tema devino en inevitable recordatorio de su propia mortalidad y en despedida. Pero fue mucho más allá, y pese a su aparente fragilidad, y a la frugalidad de sus arreglos, se convirtió en un himno triunfante, un poema inspirador y poderoso. Así deben ser todas las grandes historias de redención. Así esperamos que sea este último regreso de Tiger Woods.