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Adiós, mi querido capitán

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Manolo Beamonte, al frente del equipo que disputó el Europeo Boys de 1998. © Gonzalo Fernández Castaño
Manolo Beamonte, al frente del equipo que disputó el Europeo Boys de 1998. © Gonzalo Fernández Castaño

El viernes por la noche, justo antes de meterme en la cama, recibí la triste noticia del fallecimiento de Manuel Beamonte. Sabía que Manolo estaba pachucho desde hace tiempo, pero confiaba en poder felicitarlo por su cumpleaños este mes de octubre. Éste iba a ser un cumpleaños especial, ya que Carlos de Corral y yo habíamos decidido hacerle un vídeo de felicitación en el que aparecíamos muchos de sus antiguos jugadores deseándole un feliz cumpleaños y una pronta recuperación. Me habría encantado que lo hubiera podido ver. Para Manolo sus jugadores éramos como sus hijos: nos trataba con el mismo cariño y disciplina. Y para nosotros, Manolo era como un segundo padre. Por eso he decidido escribir estas breves líneas, como recuerdo a una de las personas que más ha hecho por el golf madrileño y nacional, tanto desde su puesto como secretario de la Federación de Golf de Madrid, como en su labor de capitán de los distintos equipos amateur.

Aún recuerdo mi primera participación en el Masters, cuando nada más entrar en la casa club, uno de los socios de Augusta National me preguntó: “¿Y Manolo? ¿Cómo está Manolo?”

Y es que prácticamente todos los jugadores profesionales de mi generación pasamos en algún momento por sus manos. Manolo fue capitán de los equipos madrileños, nacionales y continentales durante más de 20 años. Ganó torneos con José María Olazábal, Ignacio Gervás, Ignacio Garrido, Francis Valera, Jose Manuel Lara, Sergio García, Álvaro Quirós y un largo etcétera… Y todos guardamos un maravilloso recuerdo de él.Es imposible olvidar la estampa de Manolo corriendo por los campos de golf, con una mano sujetando su inconfundible sombrero, con la otra sus prismáticos, buscando ese drive más desviado de la cuentaEs imposible olvidar la estampa de Manolo corriendo por los campos de golf, con una mano sujetando su inconfundible sombrero, con la otra sus prismáticos, buscando ese drive más desviado de la cuenta. No había bola que se le resistiese. Si la había seguido con sus prismáticos, caminabas hacia el rough con la seguridad de que Manolo la tendría localizada cuando llegaras allí. Con Manolo no se pegaban bolas provisionales.

También su famoso grito de guerra: “!!Vamos!!”. Lo aplicaba a cualquier ocasión, desde cuando había que salir arreando porque llegábamos tarde a algún sitio hasta cuando necesitabas hacer un par de birdies para ganar tu partido. Y qué decir de esos interminables viajes en furgoneta, de los que tantas anécdotas y recuerdos guardamos. Como aquella vez que nos quedamos atascados en un pequeño túnel en Pau (Francia) y Ernesto Fernández Gamboa tuvo que subir a la furgoneta para hacer peso y poder sacarla de ahí.

Un auténtico señor dentro y fuera de los campos de golf, Manolo jamás dejaba una chuleta sin reponer o un pique sin arreglar

Un auténtico señor dentro y fuera de los campos de golf, Manolo jamás dejaba una chuleta sin reponer o un pique sin arreglar. Cuidado el que se atreviese a no quitarse la gorra al entrar en la casa club. O a no traer zapatos negros para las ceremonias de gala. Manolo hablaba perfectamente inglés y francés (creo que también alemán) y sus discursos en las entregas de premios eran memorables. Con Manolo siempre aprendías algo nuevo. Zascandil o chisgarabís eran ejemplos de palabras que aprendías con él. Manolo era todo un ejemplo de austeridad. Hoy en día que la gente utiliza el dinero público como si no fuera de nadie, Manolo miraba hasta la última peseta e intentaba que el dinero federativo se gastase y ahorrase de la manera más eficiente posible.

Como capitán del equipo de Madrid tuve la suerte de viajar con él por toda España, a campeonatos y puntuables nacionales, interterritoriales y demás. Como miembro del equipo español eran habituales los viajes al extranjero al Match España-Sudoeste Francia, Campeonato de Europa de Boys, British Boys, y torneos de verano en Biarritz. Allá donde íbamos Manolo tenía amigos y conocidos. El resto de capitanes lo veneraban y admiraban por igual. Era imposible llegar a un torneo y que alguien no viniese a saludarle y a estrechar su mano. El Gran Capitan solían llamarlo. Todavía hoy cuando viajo por el Tour, muchos antiguos capitanes y entrenadores me siguen preguntando por Manolo y me mandan saludos para él. Aún recuerdo mi primera participación en el Masters, cuando nada más entrar en la casa club, uno de los socios de Augusta National me preguntó: “¿Y Manolo? ¿Cómo está Manolo?”.

Hoy en día que la gente utiliza el dinero público como si no fuera de nadie, Manolo miraba hasta la última peseta e intentaba que el dinero federativo se gastase y ahorrase de la manera más eficiente posible

Sus amigos, que éramos muchos, le vamos a echar mucho de menos. Y el mundo del golf, por el que tanto hizo, más todavía. Adiós, mi querido Capitán.

El recuerdo emocionado del golf español hacia Manolo Beamonte

2 COMENTARIOS

  1. Gran articulo Gonzalo!
    Me siento muy identificado con todo lo que describes pues lo viví de la misma manera, en ocasiones compartiéndolo contigo.
    Describes perfectamente la grandeza de Manolo como persona y como amante del golf, y lo que hemos sentido todos los que hemos tenido el orgullo de contar con él en nuestra vida golfística.
    Una excepcional persona que nos marcó a todos, y de la que aprendimos muchísimo.
    Hay una frase muy utilizad ahora que dice ¨ya no hay gente como él¨, creo que en este caso se aplica muy bien.
    Enhorabuena por el artículo y nos veremos pronto
    Un abrazo

    Juan A. Vizcaya

  2. Gonzalo, soy Yago. Te agradezco infinitamente tus palabras. El siempre hablaba de todos vosotros, contándonos anécdotas. Os quería un montón. Muchas gracias.

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