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Pablo Larrazábal cuenta con pelos y señales cómo fue su accidente con las abejas hace hoy tres años

Aquel caddie me salvó la vida en Malasia

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Ya han pasado tres años del suceso que marcó un antes y un después en mi carrera. Seguro que todos los recordáis. Me refiero al accidente que tuve en Malasia con las abejas. Pasé de ser un jugador del montón que había ganado unos torneos en el European Tour a convertirme en el golfista que había saltado a un lago para salvarme de las abejas… Hay mucha gente que no entendió muy bien lo que pasó aquel día, así que hoy paso a contarlo con pelos y señales.

Era la segunda vuelta del Maybank Championship y yo iba jugando bastante bien, creo que una bajo par al total. Me faltaban cinco hoyos, de los cuales, uno de ellos, el que estaba jugando, era un par 5 bastante asequible. Después había un par de hoyos fáciles de birdie y otros difíciles. Sabíamos que el corte estaba al par del campo, así que no estaba del todo salvado. Teníamos que hacer unos birdies para terminar bien el día y meternos arriba en la clasificación.

En el famoso hoyo 5, donde todo ocurrió, pegué el drive un poquito a la derecha, se me quedó un poco regular en el rough y no pude tirar de dos a greenes. Pegué un buen chip con el wedge y la saqué a calle. Empecé a andar hacia la bola para pegar el tercer golpe y noté como una avispa, o algo así, me tocaba la nariz. El primer reflejo fue darle un manotazo y en ese momento siento el zumbido de otra abeja, dos, tres, siete, quince… De repente, en un visto y no visto estaba envuelto en una nube de cien abejas… o como se llamaran esos bichos.

El caddie del jugado indio Bhullar, un americano, me dijo que corriera en círculos, que me quitara la camiseta, que tirara la gorra y que siguiera corriendo. Así estuve durante cinco o seis minutos, pero no se iban y yo ya estaba agotado. Mi caddie intentaba ayudarme, pero cada vez que se acercaba le atacaban a él, entonces el caddie de Bhullar me dijo que me tirara al lago, que era la única vía de escape.

Y yo sin dudarlo, bueno en realidad lo dudé un poco porque en los lagos de Malasia aparte de muchas bacterias que no son buenas para el ser humano hay lagartos de entre metro y metro y medio, además de serpientes muy venenosas. Así que sí, lo dudé un poco, pero me quité los zapatos, tiré el libro de yardas y la tarjeta al suelo y me tiré al lago.

Cuando me pude sacar los aguijones que tenía en la cabeza, así como las avispas que se habían quedado clavadas, con todo el arsenal, me froté el pelo porque me dijeron que esas avispas se llaman travelers hornets, algo así como avispas viajeras. No tienen casa… y pasaban por allí. Mala suerte.

Y yo, iluso, pensaba que lo peor ya había terminado. ¡Ja! Al minuto me empezó a doler muchísimo la cabeza. Lo recuerdo como si fuera ayer. Le gritaba a Chris (mi caddie) que me iba a explotar la cabeza. Llamaron al médico, que tardó dos o tres minutos en llegar porque el hoyo 5 es el más alejado de la casa club, y me quería llevar directamente al hospital, pero yo me negué.

Pensé que me iba a explotar la cabeza sin exagerar un pelo, es como tener un dolor de cabeza normal multiplicado por mil. No sabía si el doctor me podía tratar. Hay una regla en el European Tour parecida a la de la ATP, es decir: el doctor tiene doce minutos para tratarte. Después de esos doce minutos tienes que jugar y si no puedes… estás retirado. Así, me pinchó un antihistamínico en el culo y un intravenoso de adrenalina en la mano para que pudiera terminar.

Logré jugar esos cinco hoyos. Acabé birdie al 5, al 7 y al 8 para terminar cuatro menos. Esa semana acabé octavo en el torneo porque al día siguiente hice cinco o seis bajo par. Acabé once o doce bajo. Un par de detalles más: aquella noche pude dormir sólo 20 minutos y los dormí sentado porque no podía apoyar ninguna parte de la cabeza en la almohada, imaginaos el dolor de cabeza.

Lo que tengo claro es que lo que me pasó no fue una broma. Si yo hubiese sido alérgico hoy en día estaría muerto y si el caddie de Bhullar no me hubiese dicho de tirarme al lago y me hubiesen picado en lugar de veinte cien o doscientas abejas estaría muerto. El vídeo parece gracioso, sí, que un jugador de golf acabe en un lago podría ser gracioso, pero lo que no es gracioso es que este caddie se puede decir que me salvó la vida.

Y aquí estamos dando guerra tres años después. Gracias a él.