Después de aquel final traumático en la Final de Dubai del año pasado tenía muchas ganas de hacerlo bien en la Gira del Desierto, pero al mismo tiempo hoy me doy cuenta de que, precisamente por aquel final, había una mala sensación enganchada en algún rincón de mi cabeza que me podía afectar… Si os fijáis, no he jugado del todo mal, pero buena parte de los bajones me llegaban en los tramos finales de algunas vueltas, precisamente cuando me estaba jugando algo importante, bien pasar un corte o dar un salto en la clasificación. Algo había ahí que no estaba superado y que me provocaba un mínimo de duda, ansiedad y quizá un exceso de preocupación.
Todo ello, unido a que el juego no estaba al ciento por ciento, porque había trabajado mucho la técnica en invierno y quizá me faltaba algo de fluidez.
No estoy preocupado, porque creo que en Tailandia superé este obstáculo. Noté que volvía el juego fluido y firmé dos vueltas sin bogeys. Pateé muy mal el domingo y por eso no acabé más arriba, pero salí de allí contento.
Últimamente estoy dándole vueltas a una cuestión: durante los dos últimos años, sobre todo, no he dejado de buscar lo que le faltaba a mi juego para ser mejor, pero quizá lo que tengo que hacer a día de hoy es dejar de buscar y buscar. Pensar que ya está todo lo que tiene que estar en mi juego y que sólo hay que desarrollarlo y dejar que salga.
Esta semana estoy en Puerto Rico. Nunca se sabe lo que puede pasar, porque no deja de ser un torneo del PGA Tour, donde hay mucho en juego…
