Inicio Blogs Rafa Cabrera Bello Todo lo que pasó por mi cabeza ese domingo en Dubai

Todo lo que pasó por mi cabeza ese domingo en Dubai

Compartir

Rafa Cabrera Bello nos cuenta todos los pormenores de su domingo negro en la Final de Dubai

Hola a todos. Ha pasado una semana desde el domingo de Dubai. En primer lugar, quiero dar las gracias a todas las personas, en especial a mi familia, mi equipo de trabajo y amigos, que me han estado apoyando a lo largo de todo el año con sus incondicionales mensajes, emails, sms, etcétera.

La temporada acaba de terminar, estoy escribiendo mientras viajo desde Doha a Madrid volviendo de unas mini-vacaciones que obviamente me ha costado disfrutar al ciento por ciento por ese final de Dubai. Un final que a mí me pareció cuando lo estaba viviendo un poco cruel, injusto y descorazonador. Por lo que he leído en los medios creo que la mayoría de ustedes comparte mi opinión.

Antes de entrar con más detalle en aquellos tres últimos hoyos principalmente, no quiero que nadie se tome este blog como una carta de lágrimas o sienta lástima por mí. El golf es así, es un deporte duro, en el que hasta el último segundo todo puede pasar. Que sea impredecible, que haya incertidumbre y emoción hasta el último putt es parte de la belleza del golf. No me arrepiento de las decisiones que tomé en el campo, esta vez me llevaron a este amargo final, pero en otras ocasiones me han permitido ganar torneos o terminar lo más alto posible.

Vamos con el domingo de Dubai. Llego al campo para prepararme con mi antelación habitual, realizo mis estiramientos, práctica, visualización; todo como siempre. Los primeros nueve hoyos fueron bastante correctos, salvo el drive del hoyo uno, con buen juego y con un único bogey en el hoyo 4, donde fue imposible salvar el par con la bola empotrada en el bunker.

Llega el hoyo 11: error grave de Henrik Stenson, que me pone en una situación ventajosa, líder de dos golpes y a cuatro del tercero. ¡Lo firmaría para cada torneo de mi vida!

En el hoyo 12, error mío desde el medio de la calle, primer mal swing, aunque estuve a punto de salvar la situación tras una maravillosa sacada de bunker, si no se me escapa aquel putt corto. Una lástima, pero seguimos líderes. En los hoyos 13, 14 y 15 juego bien, pero no resto al campo, con lo que sigo líder aunque ya hay un grupo de perseguidores que se han metido también en la lucha.

Hoyo 16. La bola al bunker de salida y por desgracia rueda hasta el final y se queda cerca del talud. Hablo con mi caddie, analizamos la situación. Tenemos aproximadamente 150 metros a principio de green y algo de viento a favor, con lo que necesito el hierro 8 para llegar a green. Con el 9 no llego. Miramos la pizarra. Líderes con -15 y un golpe de ventaja, y los señores McIlroy, Rose y Stenson (¡casi nada!) con -14 y aún en el campo. Me digo a mi mismo que el -14 no sirve para ganar ni loco (y resultó que así fue al final). Le digo entonces que tenemos que ir a green, pero que quizás no suba el talud con el 8…

Entonces me pongo a pensar en lo peor que pueda pasar: si le pego al talud la bola va a rebotar y terminará en algún lugar de la calle a cien metros de green, y desde ahí hago bogey máximo, que era lo que seguramente haría también si jugara corto desde el bunker, a la izquierda de green, por ser un aproach tan complicado a esa bandera. ¡Pues a por ello!

Desgraciadamente mi bola no sobrevoló el talud, salió rebotada como era normal, pero lamentablemente empezó a rodar por la parte de mayor pendiente de la calle y llegó rodando al obstáculo de agua por una parte que hacía de embudo y por donde menos rough había. ¡Vaya m*****!

¡¡¡ Y el caso es que no llegó al agua!!!  Esto, a priori, parecía una buena noticia pero ahora creo que habría sido mejor que rodara hasta el agua. Desde ahí tenía unos 85 metros a bandera, bola más baja que los pies y en el rough…

 

Tiramos por encima del agua, sí, pero no en línea de bandera, sino a la parte algo más ancha de la izquierda. Buscaba llevarla a green simplemente, hacer mi bogey y a ver qué pasa al final. Pero me sale suelta del rough, sin ‘spin’ ninguno, un flyer odioso… Me voy al agua del fondo, uff, esto empieza a pintar muy mal. Approach y putt para doble bogey y ¡dando gracias!

De camino al 17 hago las paces conmigo mismo. Me digo que ha salido mal pero que ya está en el pasado, que he tomado un riesgo en el bunker y que desde ahí hubo algo de mala suerte que hizo que el castigo fuera peor. Pero que tengo que ir a tope, que vamos a un solo golpe del líder nada más, y que igualmente elegiría esta situación para cada torneo de mi vida.

Miramos nuevamente la pizarra. McIlroy ya ha terminado con -14, y Rose está jugando el 18, también con -14. Voy a un golpe nada más, o eso pensaba…

Golpazo de Henrik en el 17, en el momento clave, por eso es quien es. Ya no voy a uno, realmente voy a dos, y me quedan dos hoyos. Hay que ir a por la bandera. Pego un buen golpe, sabía que iba justa por la izquierda, pero jamás imaginé que mi bola acabaría rodando todo lo que rodó por medio de los dos bunkers para terminar muriendo en el agua. Eso sí que fue un bajón brutal. En cinco minutos he perdido el torneo. No es que fuera mío, pero sí que se puede decir que estaba en mis manos. Y además me quedé sin opciones con un golpe que, por lo que tengo entendido, botó muy cerca de donde botó la bola de Henrik, que acabó al lado del hoyo…

Ahí sí que se dijo adiós al torneo. Una jarra de agua fría, desde luego, pero había que posponer el luto hasta terminar el partido, que aunque supiera a poco, seguía habiendo mucho por lo que jugar. Buen tiro desde la zona de dropaje, el putt no entra, otro doble bogey…

El 18 lo jugué perfecto. Drive al medio, una madera 3 al sitio razonable, approach muy delicado que ejecuto bien y putt que tiro un pelín fuerte y se cruza la caída. Par para terminar. Miro la pizarra y no me veo ni en la primera página, la guinda de la tarta. Pues sí, así es el golf a veces.

 

¿Me arrepiento del hoyo 16 desde el bunker? No, rotundamente no. Si la bola vuela cinco centímetros más alto la dejo en medio de green y hago par, mantengo el liderazgo y sigo teniendo la última palabra. ¿Arrepentirme de tirar a bandera en el 17? Tampoco. Juego al golf por momentos como ese. Por estar ahí luchando por el que es sin duda el quinto torneo mayor del circuito Europeo. Entreno lo que entreno por darme esa oportunidad. Puedo vivir perfectamente con intentarlo y fracasar, pero no con no intentarlo. Y creo que no fue un fracaso. Venía de un doble bogey, de ver cómo perdía el liderato, de ver a Henrik dejarla dada y dejar medio sentenciado el torneo. Fui capaz de olvidar lo que acababa de pasar, mantenerme en el presente, confiar en mí, en mi swing, en mis habilidades, hice un gran swing y di un golpe muy bueno, pero no tuve esa pizca de suerte que necesitaba.

¿Qué es lo que creo que me faltó? Pues sin duda me faltó ese golpe demoledor como el que dio Henrik en el 17. Además, si en la franja entre el 12 y el 15 hubiera hecho un birdie en vez de un bogey, habría ido líder de tres en vez de uno y lo del 16 jamás hubiera ocurrido por haber elegido otra estrategia más conservadora. Por contra, mi bogey le dio vida a los que venían en el pelotón perseguidor y en vez de ser una lucha exclusiva entre Stenson y yo acabo siendo un torneo que se lo podía haber llevado cualquiera. Eso es lo que me ha faltado este año: saber rematar.

Quizás ese final de Dubai resuma un poco cómo siento que ha sido mi temporada. Empecé muy bien el año. He tenido muy buenos torneos. Siete top-10. Un play-off por la victoria. Ha faltado siempre un poquito. No era capaz de hacer cuatro días consecutivos buenos para ganar. He podido ganar tres o cuatro torneos este año y no he ganado ninguno…

Pero el juego, aunque cueste creerlo, está muy bien. Mis vueltas buenas son muy buenas. Casi cada semana algún día destruyo el campo con seis, siete u ocho menos. Incluso con nueve menos. Eso no lo tenía hasta ahora. El swing ha mejorado técnicamente, el putt y el approach también. No se ha terminado de ver en los resultados, pero es que en golf no siempre dos más dos son cuatro. Sé que voy por el buen camino. A veces parecemos estancados, no mejoramos lo rápido que quisiéramos, pero simplemente hay que tomárselo como un paso atrás para coger impulso.

Ha sido un año regular, pero podría haber sido un año extraordinario, y con eso es con lo que me quedo. No sólo valorarme por lo que he obtenido, que tampoco es poca cosa, sino por las oportunidades que me he brindado. Este año no he terminado de aprovecharlas, pero no me cabe duda de que esa puerta que no se ha abierto este año la voy a terminar tirando pronto abajo. Y a lo bestia, porque le estoy cogiendo una manía ya a la dichosa puerta…

Ahora me quedan seis semanas para poder hacer una pretemporada muy buena, terminando de trabajar en lo poco que quiero cambiar del swing, preparación física a tope y trabajando mentalmente para mejorar esa pizca de debilidad que no me permite rematar como me gustaría.

Muchas gracias a mis patrocinadores por el apoyo que me brindan y esa confianza ciega en mi, y desearles a todos ustedes unas felices fiestas y feliz año nuevo. Muchas gracias a todos.