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Scott Fernández analiza su temporada en el Challenge Tour y saca las primeras conclusiones

La cara de mi abuelo en el Bridgestone…

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Mi oficina estos días no es precisamente un campo de golf, ni un putting green, ni siquiera una cancha de prácticas o un garaje con un medidor láser. Mi lugar de trabajo desde que acabó la temporada se parece más al despacho de un ingeniero o un arquitecto. Os cuento.

Sinceramente, cuando terminó la segunda fase de la Escuela del European Tour y no me clasifiqué para la Final fue un palo gordo. Durante los dos días siguientes no estuve para nadie. Es inevitable sentir cierta frustración cuando no logras los objetivos. Sin embargo, no te puedes quedar parado, ni lamiéndote las heridas en un rincón de la habitación. Hay que levantar la cabeza, analizar con frialdad la temporada, hacer balance, poner en un papel todo lo bueno y todo lo malo y comenzar a sacar conclusiones para construir el próximo año. Y en eso estoy…

He aprendido muchísimo este año. Una barbaridad. Ha sido mi primera temporada como profesional y diría que mentalmente me ha parecido como si hubieran pasado cinco años. Me han pasado un montón de cosas buenas, empezado por conseguir la tarjeta del Challenge en la Escuela del año pasado, jugar el Open de España (doy las gracias a Sergio García y su familia) y, sobre todo, el British Open en Royal Troon. Todo eso es maravilloso.

Tampoco voy a olvidar la cara de mi abuelo en el tee del hoyo 1 del Bridgestone Challenge. Vive en Inglaterra, está mayor y el pobre no se puede desplazar demasiado. Pero le encanta el golf y le hacía muchísima ilusión verme. Fue al torneo y, aunque no pudo seguirme por el campo, sólo verle allí junto al tee de salida vale por toda una temporada. También ha sido muy bonito ver por toda Europa a amigos que les había perdido la pista hace mucho tiempo y que están viviendo en otros países: Italia, Irlanda, Francia… Ya veis que aunque no se logren los objetivos hay otras muchas cosas que merecen la pena. Y precisamente una de las conclusiones que he sacado este año es que hay que disfrutar más de esas pequeñas cosas cuando estás fuera del golf. Hay que desconectar y aprovechar al máximo esos otros momentos.

Sé que tengo que mejorar muchas cosas. Sólo faltaba. Creo que en este deporte siempre tienes que pensar en mejorar. Incluso cuando te vaya muy bien. Sinceramente, yo pienso que tengo mucho margen para crecer en cuanto a la manera de estructurar mi trabajo, tanto los entrenamientos, como el calendario de torneos e incluso la relación con mi equipo.

Yo no soy ningún cabeza cuadrada, pero sí necesito seguir un plan. Estoy ahora mismo en eso. Viendo en qué he fallado y qué me ha funcionado este año. Por qué he tenido semanas mejores y otras peores. Qué pasó en los torneos que fueron bien y qué necesito trasladar al mayor número de semanas posibles. Este año he ido un poco a mi aire en los entrenamientos. Según como me había ido en la vuelta eso hacía y pienso que es mejor, con cierta flexibilidad, pero mantener unas rutinas más o menos estables. No ir a salto de mata.

En cuanto al calendario, mi temporada ha sido como un niño al que le vas lanzando juguetes y los coge todos, aunque al final tiene tantos que no sabe con cuál jugar y no los disfruta. Así me he visto. He jugado todo lo que he podido y claramente tenía que haber echado más veces el freno de mano, parar algunas semanas, volver a casa, analizar, hacer balance. Por ejemplo, jugar el British fue una pasada y es una experiencia que no lo cambio por nada, pero estar en Royal Troon me hizo perderme un par de torneos del Challenge y después por el ansia de querer recuperar el terreno perdido llegué a jugar nueve semanas seguidas… No hace falta que os diga que eso es una barbaridad.

Yo jugaba porque miraba los ránkings, veía que había perdido puestos y quería recuperarlos rápidamente. Esa es otra lección que me llevo de esta temporada. Tengo que mirar menos el ranking, estar menos obsesionado. Tengo que hacerme un plan y creer en él. Si trabajo bien las cosas van a llegar. Lo bueno es que tengo la experiencia. He aprendido y, sobre todo, conozco los campos y voy a saber mejor cómo jugarlos. Eso es una ventaja y estoy convencido de que me va a venir muy bien.

Otra de las cosas que quiero mejorar es la relación con mi equipo de trabajo. Tiene que ser más estrecha, hablar más, intercambiar más veces impresiones sobre una vuelta y no sólo cuando no esté fino. Hablar también después de una vuelta buena para sacar conclusiones que sirvan para el futuro. En ese sentido, busco más consistencias en el trabajo y también quiero aprovechar mejor los recursos que nos pone la federación.

En definitiva, estoy en plena fase de identificación de problemas, análisis y estructuración para el próximo año. Tenemos casi tres meses por delante hasta que empiece la próxima temporada. Tiempo de sobra para hacer un buen plan y llevarlo a buen puerto. Mientras, seguiré jugando alguno torneos para mantener en competición. La próxima semana, por ejemplo, voy a disputar el Gambito de Guadalhorce, que me pilla cerca de casa. Os dejo que sigo con mis papeles…

Muchas gracias a todos por el apoyo. Ya os contaré mi plan cuando lo tenga perfectamente definido.