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Una charla Serena y la bola mágica de Marcos Pastor

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Marcos Pastor enseña la bola de su primer hoyo en uno como profesional.
Marcos Pastor enseña la bola de su primer hoyo en uno como profesional.

La alarma sonó hoy a las seis de la mañana en la habitación de Marcos Pastor en Turquía, donde esta semana está jugando un torneo del Challenge Tour. El golfista cordobés apagó el desagradable zumbido en un abrir y cerrar de ojos. No tardó nada porque llevaba ya un tiempo despierto. Había sido una mala noche.

Llegó con muchas ganas al torneo y la primera ronda le había dejado un mal sabor de boca. No tanto por el juego como por las sensaciones. Había sido algo raro. Le costó entrar en competición. Había hecho sus ejercicios de activación y calentamiento como siempre, pero su cuerpo no había terminado de enterarse de la película hasta que habían pasado cinco hoyos. En este instante ya marchaba cuatro sobre el par. Una losa.

Marcos Pastor posa con la botella de vino. © Challenge Tour
Marcos Pastor posa con la botella de vino. © Challenge Tour

Marcos logró darle la vuelta a la tortilla y al menos jugó bajo par los últimos once hoyos. Sin embargo, el sabor de boca era amargo. Estaba inquieto, molesto, enfadado. Son muchas horas de trabajo y muy pocas oportunidades como para marcharte al hotel con la sensación de que has regalado, o casi, una hora de golf. Además, el corte se le había puesto casi imposible…

Le costó mucho conciliar el sueño, se despertó varias veces y a la seis de la mañana, tras apagar el despertador y con los ojos como platos, decidió llamar por teléfono a su novia. En España eran las cinco de la mañana. La charla fue vital. Obtuvo el aplomo y la calma que necesitaba para afrontar la segunda ronda del Turkish Airlines Challenge. Fue lo que le dijo y cómo se lo dijo. De repente, las pulsaciones bajaron y el desasosiego se convirtió en serenidad. Música celestial. “Le tengo que dar las gracias a mi novia porque ha sido fundamental en mi ronda de hoy. Ya no sabía que hacer y la tuve que llamar, aunque sabía que era una hora horrible. Me ha ayudado mucho”, asegura Marcos a Tengolf desde Antalya.

Salió en el tercer partido del día, a las 7.50 de la mañana, hora local. Pegó un tirazo al 1 y otro al 2, aunque se le escaparon las dos opciones de birdie… El tercero ya no se le iba a escapar. De hecho, no necesitó ni el putter. Hoyo en uno. Eran 170 metros cuesta arriba. Un hierro 7 perfecto. Marcos no vio la bola. Sabía que iba en línea a la bandera y que debía estar muy cerca, pero no la vio entrar. Cuando llegó al green no había ni rastro de la pelota, hasta la buscó al fondo, por si se había ido larga, pero nada… Tenía que estar dentro. Y ahí estaba. En la cazuela.

“Es el primer hoyo en uno de mi carrera. He hecho alguno en pares 3, jugando pitch and putt, pero esos no cuentan. Este es un hoyo en uno serio. Mi primero como profesional”, relata feliz el hermano mayor de la saga golfística de los Pastor. Le dio tal subidón el momento que decidió guardar la bola en la bolsa. “Esa queda de recuerdo para siempre”, pensó.

Marcos Pastor.
Marcos Pastor.

Lo que no sabía en ese momento es que tendría que volver a tirar de su magia un poco más adelante… Ya no volvió a utilizar esa Titleist 1, aunque siguió jugando bien. De hecho, pasó los primeros nueve hoyos con un parcial de cuatro bajo par y bien podrían haber sido menos nueve, asegura Marcos. Se había metido en la pelea por el corte…

No obstante, los segundos nueve ya no fueron tan rodados, no jugó tan bien y un bogey en el hoyo 17 lo dejó con un pie y medio fuera del corte. Entonces, en el tee del hoyo 18 decidió que había llegado el momento de volver a tirar de su bola mágica… La Titleist 1 volvió a escena y Marcos hizo eagle. Impresionante. “Ésta ya no sale de la bolsa”, asegura. O sí, ya veremos…

Marcos ha entregado finalmente un tarjeta de 66 golpes, su vuelta más baja de siempre en el European Tour y el Challenge Tour. Ha hecho cuatro birdies, dos eagles y dos bogeys. El día no ha podido ser más completo. Quién se lo iba a decir cuando no dejaba de dar vueltas en la cama antes de las seis de la mañana. Marcos se lleva la mejor ronda de su vida en un gran circuito, una charla sosegadora, una pelota mágica, una botella de vino frizzante, regalo del torneo por el hoyo en uno y la posibilidad de pasar el corte. Finalmente, su gran reacción y el -3 no fue suficiente para estar el fin de semana, pero la lección aprendida ya no se la quita nadie.

Por cierto, su novia se llama Serena… La historia no es un cuento. Aunque lo parezca…

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