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Rafa se reencuentra con su hábito más valioso

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Rafa Cabrera Bello durante el BMW International Open celebrado la semana pasada en Golfclub München Eichenried. © Golffile | Thos Caffrey
Rafa Cabrera Bello durante el BMW International Open celebrado la semana pasada en Golfclub München Eichenried. © Golffile | Thos Caffrey

En 2018 Rafa Cabrera Bello había conseguido sumar hasta siete top ten en los dos grandes circuitos, perfectamente integrado en esa línea de soberbia regularidad que lo mantiene dentro del top 50 mundial desde hace varias temporadas. El año 2019, sin embargo, se le estaba resistiendo. Y el caso es que su proverbial consistencia permanecía intacta, puesto que sólo había fallado dos cortes (Dubai y THE PLAYERS), pero le estaban faltando esas semanas un poco más afiladas, en las que incluso pudiera aspirar al triunfo, y en casi seis meses sólo atesoraba un top ten, el tercer puesto obtenido en el Arnold Palmer hace ya más de tres meses y medio.

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Así marchaban las cosas este año, con un perfil más tibio, hasta esta pasada semana en Munich, en la que se ha reencontrado con su hábito más valioso, el de los top 5 y top 10. “Llevaba muchos torneos en los que, sin que el juego estuviera muy mal, no terminaba de rematar e incluso andaba muy justo para pasar el corte, sin saber con seguridad el viernes si tenía que hacer la maleta o no. Pero en el BMW he pasado con holgura y luego he completado un gran fin de semana. No sólo por el resultado, sino que además el juego también ha estado mejor, aunque una cosa sea consecuencia de la otra”, señala a Tengolf el jugador canario.

En este sentido, el de las sensaciones y el juego, sus diez primeros hoyos del domingo brillaron sobre todas la cosas, hasta el punto de procurarle una seria opción de victoria. “En esos diez hoyos rocé la perfección. Diría que sólo fallé un golpe, la salida en el hoyo 3. Y además tuve esa pizca de fortuna que pone aún más en valor el buen juego, metiendo algún putt de media y larga distancia”.

Pero el segundo tiro en el hoyo 11, par 5, cuando trataba de dejarse una nueva opción de eagle (ya había firmado uno en el 6), se cruzaba en su camino. “Pegué la madera un poco bloqueada, aunque en este caso tampoco tuve mucha suerte, la verdad. Estaba apuntando más bien al centro del green y se me fue unos metros a la derecha, pero si la línea se hubiera mantenido sólo un metro más a la izquierda, la bola habría acabado al fondo del green y, tal y como estaba aprochando, podía haber caído perfectamente otro birdie. Después de dropar, hice un buen approach, pero el putt para salvar el par no quiso entrar. Luego no jugué bien el 12, pero la bola me hizo una corbata cruel cuando estaba pateando para par”, resume.

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Llegado a ese punto, lo que no podía permitirse el español era perder la paciencia y el equilibrio. Así relata él el proceso mental que siguió a los dos errores: “todo eso me frenó mucho, aunque no me hundió, esa es la verdad. Lo que traté de decirme en ese momento era que al iniciar la vuelta, hubiera firmado ir cuatro menos en el día llegando al tee del hoyo 13. Es verdad que con un birdie en el 11 incluso me podría haber puesto de líder, una situación casi impensable tres horas antes, pero la ronda estaba siendo muy buena y gracias a ese pensamiento todavía conseguí acabar bien con dos birdies y un gran par en el 17”.