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Así vivió Jon la agonía y el drama del hoyo 17

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Jon Rahm reacciona tras el putt de eagle del hoyo 18 en la última ronda del Open de España. © Golffile | Thos Caffrey
Jon Rahm reacciona tras el putt de eagle del hoyo 18 en la última ronda del Open de España. © Golffile | Thos Caffrey

Cara y cruz. Gloria y drama. Felicidad y tragedia. Así fue el hoyo 17 del Centro Nacional. En este difícil par 3 de 190 metros a la bandera, con el viento en contra de la izquierda, se decidió el Open de España. Fueron veinte minutos de pura agonía. Espectáculo en estado puro. Risa y llanto.

Jon Rahm y Nacho Elvira llegaron a este hoyo empatados a -19. Un desenlace épico, precioso, de cine. Entonces, apareció un nuevo actor en la película. El lago de la izquierda. El golpe de Jon se queda al límite. El rough consigue sujetar la bola cuando iba directa al agua tras botar en green, algo corta de la bandera y por la izquierda.

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Un guiño del destino. Hace apenas siete semanas no había casi nada de rough en el Centro Nacional. Hace siete semanas seguramente esa bola habría acabado en el agua. Sin embargo, los denodados trabajos llevados a cabo por el equipo de greenkeepers del campo madrileño, con David Gómez a la cabeza, consiguieron hacer crecer una buena barba de hierba alrededor de los greenes.

Esa barba que salvó a Jon no fue suficiente para indultar a Elvira. Cierto que el tiro del cántabro, en cualquier caso, iba algo más corto y a la izquierda que el de Rahm. De hecho, la bola bota una vez y acaba directa en el agua. El azar también juega en el deporte. Vaya si juega.

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Curiosamente, la escena del golpe de Nacho se produce con Jon andando por la calle del hoyo 18 mientras se prepara para dar el segundo golpe. Es decir, al otro lado del lago. Ambos están separados por unos cien metros, pero se pueden ver perfectamente. La cabeza del de Barrika bulle a doscientos por hora, hace cuentas. Sabía que estaban empatados, por lo que el birdie era una obligación y el eagle, casi, una necesidad.

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Jon decide no mirar el golpe de Elvira. Pero no hace falta. El público realiza una perfecta narración sonora de todo lo que está ocurriendo. “La reacción de la gente me hizo pensar que Nacho podía estar en el agua, pero igual se podía haber salvado como yo, no lo sabía, hasta que escuché a alguien decir que estaba en el lago. Entonces pensé que con un eagle podía ganar el torneo, sin embargo, la reacción de la gente con su golpe después de dropar me hizo pensar que la había metido… Después, lo vi marcando la bola y ya supe que hacía bogey. Mi putt de eagle no entró y no sabía que Nacho había hecho doble bogey. Por eso, pensando que el eagle aún le valía para playoff, no celebré mucho el momento… De haberlo sabido, lo habría celebrado un poco más”, se sincera el golfista vasco. Un carrusel de emociones que da vértigo de sólo pensarlo. Así lo cuenta Jon…