Tommy Fleetwood (-22) ha defendido su título de campeón en Abu Dhabi de la mejor manera: ganando de nuevo. Esta es una verdad redonda e inmutable, que no ofrece fisuras ni debate. De Perogrullo, como suele decirse. Lo ha hecho en una de esas jornadas que confieren todavía más valor al éxito, muy complicada por el viento, incierta y plagada de excelentes rivales que, por su calidad y alcurnia, bien pudieran haberse estado jugando el triunfo en un Grande. Lo ha hecho del modo y manera que está sólo al alcance de unos pocos, tirando 30 golpes por los segundos nueve del Abu Dhabi Golf Club y, por tanto, dejando al resto sin apenas margen de maniobra. Un ataque fulminante y letal, como el del halcón, que es por cierto el símbolo nacional y el emblema de los emiratos árabes.
En los últimos doce meses Fleetwood ha conseguido tres de sus cuatro victorias en el circuito europeo
El inglés, que esta semana ha cumplido 27 años, confirma así su incipiente candidatura al top-ten mundial, a cuyas puertas hay tortas por entrar o mantenerse dentro. Hace justo un año Tommy llegaba al emirato como número 100 del mundo y en los últimos doce meses ha conseguido tres de sus cuatro victorias en el circuito europeo (Abu Dhabi, Francia y de nuevo Abu Dhabi), ha luchado por primera vez por la victoria en un Grande (el US Open, donde salía a un golpe del líder el domingo y terminaba cuarto) y, sobre todo, ha ganado la Race to Dubai de 2017 por delante de Justin Rose, Jon Rahm y Sergio García…
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Fleetwood ya no es sólo carne de top-ten mundial, sino también de Ryder Cup. Europa, además, lo necesita como el comer en este proceso de lenta pero inexorable renovación del equipo que debe irse produciendo para hacer frente a la rabiosa y arrogante frescura de la escuadra estadounidense.
Ross Fisher (-20) había sido el dominador de la jornada hasta el meridiano de la vuelta (parcial imperial de cuatro menos por los primeros nueve), a donde llegaba con seis golpes de ventaja sobre Fleetwood. Sin embargo, un bogey en el 10, par 5, abría las puertas al resto e inmediatamente la cascada de birdies de Fleetwood (hoyos 10, 12, 13, 15, 16 y 18), con dos o tres purazos incluidos, se quedaba sin respuesta posible. Fisher suma a sus 37 años cinco victorias en el European Tour, un registro que se queda corto si nos atenemos a su clase, pero es que a él, precisamente, casi siempre le ha faltado esa capacidad mostrada hoy por su joven compatriota, la de asestar el golpe o los golpes de gracia en el momento oportuno y cuando más daño hacen. Todavía tuvo la opción de forzar un desempate, pero necesitaba el eagle en el 18 y no pudo ponerla de dos en el green.
Por el camino se quedaba también Rory McIlroy (-18), que no consigue sacudirse la maldición que sufre en este campo, donde nunca ha ganado y donde suma cuatro segundos puestos y tres terceros en sus últimas ocho presencias. Gran reaparición la del norirlandés, no obstante, falto de pegada por la segunda y decisiva mitad del recorrido. Dustin Johnson (-14), que ya lo tenía difícil de salida, se bajaba de la nave en el primer tercio de la vuelta con dos bogeys tempraneros, y Thomas Pieters (-17) con un doble bogey en el 17. Tampoco era suficiente el arreón de Chris Paisley (-17), que no se baja de la nube, ni el de Levy (-16), o el de Fitzpatrick (-18), que finalizaba con tres birdies por los tres últimos hoyos en una operación fabulosa de maquillaje, pues en realidad nunca había asomado las orejas en todo el día.
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Jorge Campillo (-13), en una segunda fila de la clasificación, ha lidiado a plena satisfacción con el viento y se marcha con mejor sabor de boca y con la certeza de que su juego puede y debe dar la réplica a menudo al de los mejores del mundo. Esta semana estaban aquí varios de ellos y el extremeño ha conseguido ser protagonista. Esa es la línea. Este es el tren al que hay que subirse, como hizo Rafa Cabrera Bello en su día. El canario, por cierto, entregaba el tercer mejor registro del día, sólo por detrás del 65 que firmaban Henrik Stenson y el campeón, Tommy Fleetwood.
