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Hernán Rey: una visión íntima, técnica y mental del triunfo de Quirós

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Álvaro Quirós, a contraluz la semana pasada en Sicilia. © Golffile | Fran Caffrey
Álvaro Quirós, a contraluz la semana pasada en Sicilia. © Golffile | Fran Caffrey

Una de las personas más cercanas a Álvaro Quirós en los últimos meses es Hernán Rey. El profesional de golf argentino se convirtió en su nuevo entrenador tras una vuelta de prácticas, a finales de la pasada temporada, junto a Fabrizio Zanotti.

Rey emprendió junto a Álvaro el camino de regreso, convenciéndole de que por supuesto había aspectos técnicos que mejorar pero siempre partiendo desde la cabeza. Hernán era este domingo una de las personas más felices por la victoria de Quirós en Sicilia. El buen trabajo realizado ha empezado a dar frutos muy pronto.

Por este motivo, aquí les dejamos lo que escribió el propio Hernán Rey en su muro de Facebook tras la victoria de Álvaro. Es una visión íntima, profesional, técnica y mental del viaje que ambos comenzaron hace ya unos meses. Un magnífico relato.

«¿Por dónde empezar? ¡Ya sé! Por una de mis frases favoritas: Imposible separar al jugador de la persona.

Hace unos meses viajé a Europa para trabajar con Fabrizio. En una vuelta de práctica que compartieron volví a ver a un viejo amigo: Álvaro Quiroós. Habían pasado 10 años de la última vez que compartí una vuelta con él. Fue en el Challenge Tour (el año en el que Álvaro consiguió subir al Tour grande). Jugamos en uno de los últimos grupos en Kazakhstan durante la ronda final.

Llegados al par 5 del 17, yo ya no tenía ‘chances’ de ganar. Álvaro venía entre los líderes. Su driver fue a la derecha. No analizó el porqué. La encontró. Su segundo golpe terminó en un cross búnker a unas 50 yardas de la bandera. El golpe más difícil del golf. Al ver su situación me acerqué a animarlo: “Vamos que desde de ahí haces approach y putt”, le dije. Su respuesta describe el tipo de jugador que Álvaro es: “¿approach y putt?, voy a embocarla!!”, me contestó. No hace falta que les cuente el resultado del golpe. Sí, la embocó. Hizo águila. No terminó ganando el torneo, pero sí su tarjeta.
Álvaro, en su mejor versión, es optimista, confiado, enérgico, artístico, poderoso, hablador, imponente y ganador. De esos jugadores que emboca cuando hay que embocar.

En esa vuelta de práctica con Fabrizio volví a verlo después de mucho tiempo. No era el mismo. Quejoso, técnico, analítico y pesimista. Analizaba cada golpe y buscaba una explicación técnica a cada pelota que no era perfecta. Aseguraba, irónicamente, que iba a perder su tarjeta cuando el año todavía no había terminado. Tenía razón. Tus creencias pasan a ser tus pensamientos, tus pensamientos pasan a ser tus palabras, tus palabras pasan a ser tus acciones y tus acciones pasan a ser tus hábitos. Tus hábitos definen tu destino. Álvaro no era el mismo y sus resultados lo reflejaban. Era su peor enemigo. Su destino parecía marcado.

Cayó del puesto 21 del ranking mundial a estar afuera de los 700. No disfrutaba del golf.

En su mejor momento, empujado por la voz de su perfeccionismo, quiso ‘mejorar’ su swing. Ser más repetitivo y consistente. Su cambio técnico fue una bola de nieve. Cambió su talento por una idea. Su magia por una teoría de swing. El cambio fue contraproducente. Los malos resultados empezaron a cambiar su personalidad. Cuanto peor jugaba, más analítico y pesimista se ponía. Imposible separar al jugador de la persona.
Luego de una larga charla en un bar de Holanda, comenzamos a trabajar. Le dije lo que pensaba. Coincidió con mis observaciones: el nudo del problema era técnico, pero el gran cambio vendría desde la actitud y la cabeza. Álvaro siempre fue un trabajador. Hasta en sus peores momentos, esos en los que todo va mal, dio su máximo en cada entrenamiento.

Una clara muestra de ese sacrificio se ve en el gimnasio. La parte que menos le gusta. Tiene contado con sus dedos la cantidad de veces que no hizo el entrenamiento físico en su carrera. No lo disfruta, pero lo hace, es muy profesional. Se banco el proceso. Eligió ser optimista hasta en los momentos en los cuales no veía la luz. Ya había entendido que los cambios no serían inmediatos. Se sumergió en el proceso del cambio.
Hoy, mientras peleaba contra el residuo de esos seis años sin triunfos, volví a ver su verdadera personalidad. El golf brillante de los primeros días no apareció el domingo. Mejor. Eso expuso su cambio más importante: su actitud y su cabeza. El no haber pegado bien hoy lo obligó a ganar con otras armas. Esas que son tan importantes como un swing eficiente. Las que Álvaro había perdido. Con optimismo, paciencia y corazón después de haber errado mucho, embocó la que tenía que embocar. Creer para ver. ¡Ganador de nuevo! Luego de darle su 100%, el golf le devolvió algo.

El proceso no termina con un triunfo. La victoria simplemente indica que el camino es el correcto. Es maravilloso verlo sonreír de nuevo, esperando su segundo hijo y con la tarjeta asegurada para seguir trabajando con más tranquilidad y confianza. Feliz de verlo feliz, optimista y positivo. Metido en el proceso de conseguir su mejor versión. Como jugador y como persona.

PD: Un rato después de su triunfo traté de comunicarme y no atendió. Cuando finalmente hablamos me explicó por qué no me había atendido: Estaba en el gimnasio».

1 COMENTARIO

  1. Una maravilla de exposición que sirve para todo el mundo, nos dediquemos a lo que nos dediquemos.

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