Por David Martínez Campos, periodista de RTVE
Veo la foto de Stenson. Primera reacción: qué gracia, qué atrevido, qué diver… cómo se lo pasan de bien estos jugadores profesionales, de ingresos millonarios y seguimiento masivo, ejemplo para grandes y pequeños… Ejemplo para los que están más abajo, y los que estamos mucho más abajo…
10 segundos más tarde, me estoy llevando las manos a la cabeza… ¿Pero qué hace?… Después de comprobar que no era un torneo exhibición, mi asombro inicial llega al estupor. Intento analizar la situación, imaginando que debería estar pasando por su cabeza. Según parece, el muchacho quería salvar un bogey…
¿De verdad vale tanto un golpe, Sr. Stenson? Hasta he llegado a pensar que pudiera haber un trasfondo comercial. Quizás tiene algo que ver Bjorn Borg… Seguramente, la osadía del sueco, numero 7 del mundo nada menos, estará ya en las rotativas de todo el mundo, y pasará a los anales del golf. Pero espero que no cree escuela.
¿No podía haberse puesto de barro hasta arriba y después pedir ropa nueva (y gratis)? ¿Es que no tenia tiempo para cambiarse un poco más tarde, estando además en el hoyo 3? ¿De verdad era el único modo de salvar la situación? ¿Tan pulcro es este jugador, que prefiere sacrificar la Etiqueta de su deporte por un golpe menos en su tarjeta (y unos dólares más en su cuenta corriente)?
Más bien creo que no le ha importado nada montar un numerito innecesario. Y eso sin entrar a valorar el feo que se le hace a un escenario emblemático como Doral. Seguro que en el Masters no lo hace…Y en la Ryder menos. Incluso creo que se equivoca en las explicaciones posteriores. “No creo que escandalice a muchos”, dijo… Pues a mi sí, señor Stenson.
La sanción que le pueda caer es lo de menos. Lo cierto es que las formas, queramos o no, nos guste o no, son importantes en este deporte. ¿Qué hay de arreglar piques, de rastrillar bunkers, de ceder la salida a un competidor, de tantos detalles que hacen del golf lo que es? Va todo en el mismo paquete, señor Stenson.
Supongo que le darán las gracias los miles de profesores que intentan explicarles a chavales de 8 años por qué este deporte es diferente. No hace falta ser puristas, sólo medianamente correctos para saber diferenciar un campo de golf de una playa cualquiera.
