Thomas Pieters (-17) ha mantenido con autoridad el liderato después de la tercera jornada del Abu Dhabi HSBC Championship, aunque se le haya colado un inspiradísimo Ross Fisher (-17) junto a él. No quedaba otra que hacer muchos birdies para frenar la estampida que se había organizado en los partidos de delante. Y eso ha hecho. Hasta cinco. Y sin un solo borrón en la tarjeta. Hace cinco meses Pieters fallaba el corte en el último Grande de 2017, el PGA, y parece que perdió el ángel (desde entonces, sólo un 11º puesto en Turquía como mejor registro), pero está de vuelta. La Ryder lo llama.
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Ya puede ir provisto mañana de un arsenal de extintores, eso sí, porque por detrás aparecen en la clasificación auténticos pirómanos del golf, dispuestos a prender el emirato, si hace falta. El citado Ross Fisher (-17), tremendo en los greenes, que hoy entregaba un 65, igual que Rory McIlroy (-16), que está loco por colocarse de nuevo el laurel en la cabeza y que ha aprovechado su larga ausencia para hacer un masters en consistencia: hoy firmaba su primer bogey de la semana en el hoyo 51; Matthew Fitzpatrick (-15), que hoy marchaba nueve menos en doce hoyos y nos ha hecho soñar a todos con el esquivo 59; Tommy Fleetwood (-15), impecable defensor del título; Thomas Detry (-14), de regreso a la zona caliente de un torneo tras firmar hoy un 64 y sumar un solo bogey en 54 hoyos esta semana, mucho ojo; Andrew Johnston (-14), también de regreso; Branden Grace (-13), del que se puede esperar cualquier barbaridad, si por ello entendemos un registro de sesenta y pocos; Chris Paisley (-14), pleno de confianza y que le ha cogido el gusto, parece, a las emociones fuertes del domingo; Dylan Fritelli (-13) o Paul Dunne (-13), que hoy también han empujado de lo lindo…
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Por si acaso y por aquello de los galones también podemos incluir en el grupo de irreverentes candidatos a Dustin Johnson (-12), que hoy bien podía haber acabado mucho más arriba de no haber mediado dos o tres corbatas y un par de bolas asomándose al balcón.
Jorge Campillo (-11) no anda mucho más lejos del liderato que el número 1 del mundo, pero en su caso la diferencia se antoja excesiva. El español no ha podido agarrar la oportunidad, frenado por algunos errores en el juego de tee a green que no habían asomado el jueves ni el viernes, y que además no ha podido compensar con el putter en la mano. Su jornada no ha sido ningún desastre, porque no puede catalogarse así a una ronda con quince greenes cazados en regulación, pero le ha faltado viveza, don de la oportunidad, instinto asesino y una pizca de soltura y de suerte, por qué no decirlo.
