“Hoy he podido reventarlo”. Lo dice Sergio García (-15) justo antes de entrar a firmar su última tarjeta del Portugal Masters y se refiere, como es fácil de suponer, al Dom Pedro Victoria Golf Course. Porque así ha sido, no hay un ápice de exageración o autocomplacencia en sus palabras: hoy ha podido reventar el recorrido luso por los cuatro costados. Puede que no al nivel de Oliver Fisher el viernes, con aquel histórico 59, pero sí como para haber cerrado el torneo con un 62, o incluso con un 61.
Sergio ha ido a recuperar su mejor versión de los últimos seis meses justo en la última vuelta de competición previa a la gran cita de París
Por tanto, las noticias para el equipo europeo de la Ryder no pueden ser mejores en lo que respecta al estado de forma de uno de sus pilares. Sergio ha ido a recuperar su mejor versión de los últimos seis meses justo en la última vuelta de competición previa a la gran cita de París.
Comenzaba enchufándola desde la calle en el hoyo 1 tras pegar un pitching wedge desde130 metros; la bola picaba un palmo por detrás de la bandera y encontraba el hoyo con el retroceso. Pero es que inmediatamente estaba muy cerca de repetir faena en el hoyo 2, aunque en esta ocasión la bola no cogía el camino del hoyo y se quedaba a unos 70 centímetros… El birdie estaba casi dado, pero el putt tenía truco y lo iba a fallar (unos minutos ante Chris Wood había errado prácticamente desde la misma distancia y la misma línea). Este era el comienzo…
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A partir de ahí, otra opción razonable de birdie en el complicado hoyo 3, jugado de manual; otra más lejana en el 4, un putt de eagle en el 5 que dejaba la bola asomada al hoyo; nueva opción razonable en el 6, y otra aún más cercana en el 7 (desde unos cuatro metros); pateaba de nuevo para birdie en el hoyo 8 desde unos ocho metros y estaba a punto de embocarla; de nuevo lo intentaba en el 9 desde unos cinco metros; y una más en el 10 desde tres; y en el 11 desde unos cuatro; y en el 12 desde otros cuatro metritos…
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En el hoyo 13, par 3, fallaba el único green en regulación del día, pero a cambio se quedaba muy cerca de embocarla con un buen chip; en el 14 hacía el birdie desde un metro; y en el quince repetía desde unos dos metros y medio; en el 16 tiraba el putt de birdie más lejano, desde unos doce metros; en el 17, par 5, no cogía el green de dos, pero pateaba para birdie desde unos cuatro metros; y en el 18, al fin, enchufaba un putt desde unos cinco metros, el único del día desde esa distancia media que es la que da y quita torneos. Sergio, en realidad, si no nos falla la memoria, apenas ha embocado tres o cuatro desde más allá de cinco metros en toda la semana.
Sergio se marcha del Algarve plétorico de energía positiva y cargado de confianza
Más allá de las medidas, las yardas, los metros y los palmos, lo que quedan son las sensaciones y no hay más que escuchar al jugador español (VER VÍDEO) para darse cuenta de que se marcha del Algarve pletórico de energía positiva y cargado de confianza. Objetivo cumplido, por tanto.
Es cierto que, puestos a pedir o a exigir, siempre se puede dejar la bola algo más cerca de la bandera, pero la intención, dirección y estrategia han sido las adecuadas, magníficas, supremas, siempre en control, manejando la situación e inmenso desde el tee. Y es evidente que le ha faltado chispa en los greenes, porque de otro modo habría estado para ganar con toda seguridad, pero si seguimos hablando de sensaciones hay que apuntar que el de Borriol no se ha sentido mal con el putter en las manos. No es por tanto algo que le preocupe demasiado. Se trata de ir a París y cogerle el tacto y el punto a los greenes del Golf National desde el mismo lunes por la tarde. El resto de las parcelas de juego parecen haber florecido justo en el momento oportuno.
