Jon Rahm (-4) se ha fajado con gallardía y cierta irregularidad en una larga última jornada del Tour Championship en la que ha jugado 27 hoyos y ha firmado un igualado y hasta sufrido parcial de par, aunque cerrando la última vuelta con un desabrido resultado de 72 golpes, dos por encima del par en East Lake.
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Esta semana, en Atlanta, el motor del vasco no ha terminado de carburar a plena satisfacción. No olvidemos que él partía el primer día con un ajuste favorable de -4 en las cuentas FedEx, por lo que, en puridad, su resultado contra el campo ha sido de PAR en 72 hoyos. Tampoco es ningún desastre, mucho ojo, porque el rough de East Lake no estaba para muchos descuidos, y lo prueba el hecho de que hasta 18 jugadores de los 30 que tomaban parte en el torneo final del PGA Tour no han conseguido ganar al campo.
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La semana, por ejemplo, se le ha hecho muy larga a Dustin Johnson (+10). Es algo que puede ocurrir en torneos de este tipo, sin corte: cuando el juego no termina de fluir y el gran objetivo, la victoria, ya está lejos, la tentación de bajar los brazos es a veces irresistible. Jon, sin embargo, no ha dejado de remar en todo el tiempo. Hasta el último suspiro. Hoy, en la última ronda, hasta pareció que sacaba a pasear la bandera blanca en una serie muy negativa de tres bogeys consecutivos entre los hoyos 7 y 9. Sin embargo, el de Barrika regresaba a la arena, recuperaba la templanza y hasta comenzaba a enchufar buenos putts de birdie, como el del hoyo 10, desde unos siete metros y medio.
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Hasta la última brazada, por tanto, tratando de ganar la orilla de la mejor manera (finalizaba con birdie en el 18), haciendo gala de una de sus señas de identidad a lo largo y ancho de todo el año 2019: rendirse está prohibido.
Este duodécimo puesto final (habría acabado decimotercero sin los peculiares ajustes de los marcadores, así que la diferencia ha sido mínima en su caso), que tampoco es ninguna tragedia, es su peor resultado desde que finalizara tercero en el US Open de Pebble Beach, hace casi dos meses y medio, así que es de obligado cumplimiento destacar de nuevo su regularidad dentro de la excelencia y su sobresaliente comportamiento competitivo.
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Por supuesto, puestos a pedir y en vista de sus capacidades, le ha faltado la guinda de un triunfo en estos playoffs de la FedEx Cup, donde ha hecho algo más que asomar las orejas. Y además, su peor actuación en las tres últimas citas ha venido a darse en la última y decisiva, lo que siempre escuece más al jugador. Pero el balance general sólo puede ser positivo y esperanzador.
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Digamos que ha estado luchando por ser el mejor jugador del PGA Tour 2019 casi hasta el final, pero es que Jon, no lo olvidemos, marcha tercero ahora mismo en la Race to Dubai, y no sería nada extraño verlo metido en la pomada de este objetivo allá por el mes de noviembre. Toca recomponerse, recuperar energías y motivación y cruzar el charco en breve en busca de nuevas y prometedoras emociones. Que así sea.
El resultado de Jon, no es ¨bueno¨ y supongo que para él, será peor.
Estamos acostumbrados a que dé espectáculo y siempre arriba entre los 10 primeros, pero la temporada es larga y pasa factura a todos los jugadores pero Jon es un ganador y nos dará muchas satisfacciones, es un gustazo verle en el campo con esa agresividad que le caracteriza.