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Del instituto a Augusta

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ImageZach Johnson quería estudiar en la Universidad de Iowa, donde sus padres habían estudiado antes, pero no era de los mejores de su equipo de golf en el instituto y tuvo que conformarse con una beca de estudios para el equipo de golf de la Drake University, también en Iowa. Ahora, a sus 31 años de edad…

la misma edad que ahora tiene Tiger Woods, tras pasar al profesionalismo en 1998 y participar en la última Ryder Cup, se ha adjudicado por fin su primer grande: la 71ª edición del Masters de Augusta. Johnson hizo un excelente torneo no exento de sobresaltos (15 birdies, 41 pares, 16 bogeys), y terminó con un golpe sobre el par (total 289). Un resultado final tan elevado no se alcanzaba desde 1956 (J. Burke Jr.).

Aunque el domingo la temperatura subió, el viento amainó y las posiciones de bandera se normalizaron, los greenes seguían estando más para un jugador de billar que para uno de golf, pero Johnson supo adaptarse y aprovechó su gran potencial con el putter (no en vano el nombre de su caddy es Damon Green). Esta semana todos hablarán de la dureza del campo, pero dentro de un año sólo la victoria de Johnson quedará en el recuerdo.

En esta edición del Masters se han producido algunos hechos curiosos. Dos de ellos llaman la atención: esta es la primera vez desde que Nick Faldo ganó en 1990 que el último partido en llegar al 18 no trae al campeón; también, es la primera vez que Tiger Woods lidera la tabla en algún momento de la última jornada de uno de los grandes torneos y no acaba ganador, lo cual dice mucho de su fuerza mental y su capacidad de superar los momentos de mayor tensión.

"¿Qué diálogo interior llevabas para poder mantener la calma en momentos como éste?", le preguntaron los periodistas a Zach Johnson a pocos metros del green del 18 una vez ya embocado su último putt. ¿Y quién dice que estaba calmado?", respondió Johnson. Luego, muy emocionado, se fue hacia las grada para besar a su mujer Kim y a su hijo Will, de cuatro meses, que dormía apaciblemente mientras los sueños de su padre se hacían realidad.