Inicio Grandes Circuitos PGA Tour A Jon se le agotaron las vidas en el hoyo 13…

A Jon se le agotaron las vidas en el hoyo 13…

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La salida de Jon Rahm hoy en el hoyo 1 del WM Phoenix Open. © Eoin Clarke | Golffile
La salida de Jon Rahm hoy en el hoyo 1 del WM Phoenix Open. © Eoin Clarke | Golffile

Jon Rahm hizo un sensacional despliegue de equilibrismo en los primeros once hoyos de la última ronda del Waste Management Phoenix Open. El primer golpe del día ya ejerció de mal augurio. La bola salía desviada, terminaba en el rough y se convertía en bogey. Nada por supuesto que no se pudiera levantar con un mundo por delante, pero aquel hoyo 1 se iba a convertir en síntoma de una jornada entera de golf. Día duro, cuesta arriba, áspero. De pico y pala.

La máquina no terminó nunca de carburar. El juego largo de Rahm no estuvo a su altura habitual. Sí, claro que pegó golpes extraordinarios, sobre todo algunas salidas, como en los hoyos 3, 5, 10, 13 o 18, pero no tuvo la consistencia de otras ocasiones y tampoco le acompañó la suerte. Algunas salidas que falló por poco se le quedaron mal, ya fuera en el rough (hoyo 9) o entre árboles (hoyo 11) y se tuvo que poner el mono de trabajo para afrontar una jornada de supervivencia.

Jon Rahm. © Eoin Clarke | Golffile

ÍDEO: El alucinante par que ha salvado Rahm en el hoyo 11

Jon ofreció por momentos un recital de cómo vivir en el alambre y no caer en el abismo. Sus recuperaciones en los hoyos 9 y 11 fueron antológicas. Fue salvando vidas y daba la sensación de que el torneo podía caer de su lado a poco que fuera capaz de cambiar de marcha y dejarse algunas buenas opciones de birdie. Si después de once hoyos y todo lo que había pasado, seguía a dos golpes del líder, estaba claro que Rahm era una bomba de relojería. Había que contar con él.

DIRECTO: Así vivimos la última jornada del Phoenix Open

Sin embargo, la moneda salió cruz y las vidas se le agotaron en el hoyo 13. Hizo un doloroso bogey en el 12. Falló la salida al búnker y esta vez no fue capaz de firmar otra recuperación épica. Pero aún estaba en la partida. Tenía créditos, aunque todo pasaba por el birdie en el hoyo 13 (par 5), si no algo más. Pegó el drive que necesitaba y se dejó una excelente opción de cazar el green de dos y fabricarse una opción de eagle. No pegó un mal tiro, pero salió más por la izquierda de lo que él quería y se acabó marchando por una escapada del green. Aún buscó el triple mortal con tirabuzón con un globo para dejarse una buena opción de birdie, pero no le salió y se tuvo que conformar con el par.

Salió de allí a cuatro golpes del liderato y cinco a jugar. Mucha tela. Muy exigido. La cuerda estaba ya demasiado tensa. Lo siguió intentando, nunca dejó de atacar, pero ya no pudo ser. Las vidas se habían agotado. Hizo dos bogeys más en los hoyos 15 y 16, sin esconder nada, tirando a bandera, buscando el premio gordo, pero no salió. O más bien, salió al revés. Terminó con un birdie en el 17 que servía de muy poco consuelo para terminar en el puesto undécimo, un buen resultado a ojos de los mortales, pero ya sabemos cuáles son los estándares de Jon.

Gary Woodland posa con el trofeo de campeón. © PGA Tour

Seguramente, mostrando un juego largo tan irregular, cualquier otro jugador habría caído antes en la pelea, pero Jon al menos consiguió mantenerse en pie más de media vuelta. Es lo que tiene. Además del talento, le sobra raza. Aunque a veces, como este domingo, no salga.

El torneo se convirtió al final en un mano a mano entre Gary Woodland y Chez Reavie. Hubo muchos candidatos que llegaron con opciones al tramo final, pero tanto los dos últimos pares 5 (13 y 15) como el 17 no dieron tanto como se esperaba. O al menos, no dieron tanto a tantos. Son buenos hoyos para sacar ventaja a tus rivales, pero no tan buenos cuando llegan con la necesidad al cuello. Se fueron cayendo candidatos: Kuchar, Fowler, Laird, Steele… Y sólo quedaron dos. Mickelson aún se daría una oportunidad de forzar el playoff haciendo dos en el hoyo 18, pero esta vez el truco final de magia no le salió. Falló la salida y ya fue imposible.

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Así las cosas, Reavie embocó un putt soberbio de algo más de seis metros en el 18 para forzar el playoff ante un Woodland que esperaba pegando golpes en la calle de prácticas tras haber firmado la mejor vuelta del día (64 golpes). El playoff sólo fue de un hoyo. Dio la sensación de que a Reavie se le vino el mundo encima. Falló el segundo golpe, el chip y el putt de par y entregó el triunfo en bandeja de plata a Woodland. Su tercera victoria en el PGA Tour y billete para el Masters.