A Jon Rahm (-5), por lo que vamos viendo, le cuesta relativamente poco sacarle punta al lado positivo de las situaciones, siempre que lo tengan (casi siempre lo tienen, proclaman sabios y gurús). En esta ocasión, una vez finalizada la primera ronda del RBC Canadian Open, le va a costar aún menos, por no decir nada. Al fin y al cabo ha saldado el primer envite con una tarjeta de 67 golpes y un tercer puesto provisional, a un solo golpe de los líderes, Luke List y el Número 2 del mundo, Dustin Johnson.
El de Barrika no ceja en su empeño por seguir soñando. Porque no deja de ser todavía un sueño el objetivo de ganarse en unos pocos torneos los derechos de juego del PGA Tour. En fin, quede claro que los siete birdies de su tarjeta no pertenecen al mundo onírico. Son contantes y sonantes. Como también fue tangible su inicio arrollador de vuelta con tres birdies consecutivos, o ese putt final de eagle en el 18 que podía haberle llevado incluso al coliderato.
De nuevo toca pellizcarse y acto seguido insistir en que no conviene poner a repicar las campanas con 54 hoyos por delante. Pero se hace difícil reprimir la euforia, ciertamente, porque además el día no estaba fácil, soplando como soplaba el viento sobre el Glen Abbey Golf Club (Oakville, Ontario), tanto que el corte está ahora mismo situado en +1.
Se le ha visto cómodo, confiado, pegando el drive con la soltura que le fue imposible mostrar con regularidad en Royal Troon, oportuno y brillante, como en el hoyo 8, el par 4 más largo y uno de los más complicados del recorrido, donde sacaba el birdie después de fallar la calle al rough. Toda una delicia. Pinche aquí para consultar los resultados.
