Chez Reavie (-16) empezó los últimos nueve hoyos del sábado a seis golpes del liderato. Cuando llegó al hotel, apenas tres horas después, el líder era él con seis golpes de ventaja sobre el segundo clasificado. Es el último capítulo de un deporte que puede ser una locura maravillosa. Una nueva demostración de que todo puede pasar hasta que se firma la tarjeta.
Estas cosas ocurren cuando se juntan el hambre y las ganas de comer. Reavie desató una tormenta perfecta en los últimos nueve hoyos y Zach Sucher (-10), la cenicienta del Travelers Championship, vio cómo en el reloj daban las doce de la noche. El primero firmó 28 golpes en los segundos nueve del TPC River Highlands, con siete birdies y dos pares, y Sucher hizo 40, con dos dobles bogeys y un bogey entre los hoyos 10 y 12. Uno toca el cielo y el otro se mete en un agujero negro. Golf en su máxima expresión.
Reavie siempre ha sido un luchador. No es un gran pegador y siempre se ha visto obligado a sacar de la chistera más recursos que otros para ser competitivo. Está acostumbrado a jugar a la contra y ser paciente. Sin ir más lejos, la semana pasada en el US Open, en Pebble Beach, vivió en sus carnes un nuevo ejemplo. Jugó la última ronda con Brooks Koepka, un jugador antagónico a él. Después de cinco hoyos, el Número 1 había hecho cuatro birdies y lo había dejado clavado en la salida. Reavie siguió a lo suyo y acabó tercero con una vuelta de 71 golpes, su mejor resultado en un Grande. “Es un pequeño bulldog, un luchador de MMA metido en el cuerpo de un golfista”, aseguraba su caddie después de la vuelta.
Reavie lo tiene todo a favor para ganar el segundo torneo de su carrera en el PGA Tour. Tiene seis golpes de ventaja sobre el citado Sucher y Keegan Bradley. Jamás se había visto en una igual. “No recuerdo la última vez que tuve una ventaja tan grande a falta de 18 hoyos. Igual cuando era un junior, no lo sé”, afirma. En el PGA Tour sólo una vez fue líder en solitario a falta de 18 hoyos. Ocurrió en el RBC Canadian Open de 2008 y ganó, aunque no tenía seis de ventaja.
Sea como fuere, a sus 37 años, Reavie tiene claro que aún hay que rematar la faena, que no hay nada hecho. Su plan está claro. “Mi objetivo es hacer cinco o seis bajo par el domingo. Si lo consigo, sólo una vuelta de locos de otros jugador podría arrebatarme la victoria”.
Mientras Chez hizo 63 golpes, Koepka firmó 72 y pasó por los pelos el segundo corte del torneo. Pero claro, el Travelers no es un Major.
