Inicio Grandes Circuitos PGA Tour …Y tras el nirvana, un día tonto y un Bubba arrollador

…Y tras el nirvana, un día tonto y un Bubba arrollador

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Bubba Watson posa con el trofeo de ganador del Travelers Championship. © PGA Tour
Bubba Watson posa con el trofeo de ganador del Travelers Championship. © PGA Tour

Bubba Watson (-17) ha ganado su tercer torneo del año 2018 y su tercer Travelers Championship. Una vuelta final de 63 golpes bien lo merece, aunque ni siquiera este imponente registro se antojaba suficiente para superar a un Paul Casey señalado el sábado por los dioses…

El inglés, sin embargo, iba a terminar con una vuelta de 72 golpes, dos más en el día, y un acumulado de -14, a tres golpes del ganador. ¿Dónde se había quedado aquella sensación insuperable de unas horas antes, cuando cada golpe salía tal y como se había diseñado y las líneas de los putts refulgían fosforescentes sobre los greenes, y hasta los hoyos parecían más grandes?

Casey, nirvana y paraíso

Una mala postura por la noche, un ligero dolor en el cuello por la mañana que no terminaba de remitir (aunque Casey no lo ha esgrimido como causa primera y fundamental de su debacle, eso es cierto), un inicio de vuelta decididamente extraño en el que, a pesar de comenzar con un birdie en el hoyo 1, el inglés sentía que tenía que luchar con su swing para gobernarlo, un cambio en la dirección del viento en el tramo final de la vuelta que complicaba un poco más las cosas… Y sobre todo, por encima de todo, un Bubba Watson que marchaba cuatro partidos por delante e iba rompiendo el campo por los segundos nueve del TPC River Highlands. Todas estas circunstancias, bien agitadas, componen el cóctel de la tragedia del inglés o tratan de explicar lo que ocurrió, aunque en realidad todo resulte poco menos que incomprensible, como tantas y tantas veces…

Una historieta de zurdos en el Travelers

Hay algo que sí parece claro y cristalino al fin y a la postre: la presión que Bubba iba ejerciendo como un inexorable torniquete, rematada con un drive majestuoso de 340 metros en el 18, donde acto seguido se dejaría el birdie casi dado a 70 metros de la bandera, tuvo mucho que ver con ese putt de apenas un metro que Casey fallaba para salvar el par en el 16 y con esa otra bola que mandaba al agua en la salida del 17… Así se ganan y se pierden torneos de golf, qué duda cabe. Porque a pesar de todos los pesares, el inglés había ido enchufando algunos putts muy buenos para salvar pares y en realidad se plantaba a tres hoyos del final con opciones más que reales de victoria. Hasta que la olla a presión saltó por los aires, porque él sabía perfectamente todo lo que iba ocurriendo por delante, tal y como reconocía al acabar.

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Watson, por su parte, se vio con opciones más que claras una vez que hizo el birdie en el 15. No es extraño, por tanto, que sacara el puño del modo en que lo hizo, lejos de su habitual y flemática compostura. “Vi que estaba cambiando el tiempo y el viento y que iba a ser difícil hacer birdies en el tramo final de la vuelta”, confesaba.

Pues va a ser que sí, que el recorrido de Cromwell le entra por el ojo más fácilmente a los zurdos. «Hay catorce hoyos en los que me siento muy cómodo y cuatro en los que no», señala Watson. Aunque ni todos los zurdos son Bubba, ni el es un zurdo cualquiera. Sea como sea, esta circunstancia, más o menos objetiva, no servirá en ningún caso de consuelo a un Paul Casey que se ha vuelto a complicar su clasificación para el equipo europeo de la Ryder.

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