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Los cuatro Truenos de la Armada en 2018 (y 47 relámpagos): Cuando Sergio sacó la corneta y París rugió

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Sergio García en la jornada del domingo de la Ryder Cup 2018. © Golffile | Thos Caffrey
Sergio García en la jornada del domingo de la Ryder Cup 2018. © Golffile | Thos Caffrey

(Tengolf destaca los cuatro momentazos de la Armada española en 2018, las cuatro grandes historias deportivas de nuestros jugadores y, acto seguido, en un quinto reportaje, subraya otros 47 fogonazos, relámpagos, más que nada por la forma de contarlos y agruparlos, de modo telegráfico, yendo al grano, que también deben tenerse cuenta y hablan de la salud del deporte de los catorce palos en nuestro país al más alto nivel profesional y amateur).

Venía Sergio García de fallar por primera vez en su carrera los cuatro cortes en los Grandes del año. Además, en menos de cinco meses, entre abril y mayo, se había perdido tantos fines de semana de juego, siete, como en los cinco años anteriores.

Serio, preocupado y meditabundo. ¿Qué pasa? ¿Por qué estoy fallando tantos cortes? No había una respuesta clara y concisa. Él sentía que una mala versión de su juego, durante buena parte de su carrera, le había bastado incluso para pasar cortes en las semanas grises y que ahora sencillamente no estaba ocurriendo así. Muy al contrario, la moneda siempre caía del mismo lado, cruz, cuando tocaba darse un paseo por el alambre. El Open de Carnoustie fue el más claro ejemplo: firmaba un 71 el viernes para quedarse fuera del corte por un solo golpe y, visto el notable despliegue de juego realizado aquel día, aquello resultó ser algo así como una broma macabra. Diabólica.

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Las semanas pasaban y la Ryder ya estaba a la vuelta de la esquina. Se había quedado fuera de los playoffs de la FedEx y no fuimos pocos los que comenzamos a pensar si Sergio no se sentía capacitado para afrontar el reto de París. Por juego, sensaciones y estado de ánimo. Ni siquiera su entorno más cercano lo tenía claro. Sergio, en realidad, nunca llegó a cerrar las puertas completamente y la confianza que le mostró el capitán, Thomas Bjorn, antes de hacer públicas sus elecciones, resultó ser un chute de compromiso, una luz tenue al final del túnel.

Sergio García y Tommy Fleetwood en la Ryder Cup 2018. © Golffile | Fran Caffrey
Sergio García y Tommy Fleetwood en la Ryder Cup 2018. © Golffile | Fran Caffrey

Después, vino lo que vino en el Golf National. Papel estelar, crucial, y un baño de multitudes. Hay que reconocer con cierta desazón que el récord de los 25,5 puntos no ha sido suficientemente (o nada) valorado en los resúmenes, análisis y encuestas de fin de año de los medios españoles generalistas, no especializados, en los que se destacan o se proponen para ser votados los hitos del deporte español en 2018. Tampoco en los medios estadounidenses. Algo más en los británicos.

Quien más, quien menos, reconoce ya que la Ryder Cup es, en volumen bruto de audiencias, cobertura y otros parámetros, el tercer evento deportivo en importancia, sólo por detrás de dos fabulosos mamotretos como los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol, pero a la hora de la verdad, cuando un español se erige como figura histórica, con un récord que veremos a ver quién y cuándo supera, no terminamos de darle al hecho la dimensión debida. A otro nivel, algo similar ocurrió hace dos años cuando el castellonense protagonizó junto a Mickelson el que fue probablemente el partido más grande en la historia de los individuales de la Ryder…

Sergio García y Alex Noren el sábado de la Ryder en Le Golf National. © Golffile | Thos Caffrey
Sergio García y Alex Noren el sábado de la Ryder en Le Golf National. © Golffile | Thos Caffrey

Si nos ceñimos a aquellos tres días inolvidables de competición, con el mejor equipo estadounidense de la historia en juego (al menos en la era del ranking mundial), la aparición de Sergio tuvo una incidencia que va más allá de los 25,5 puntos. El viernes, en la sesión matutina de fourballs, los de Jim Furyk habían tomado una seria ventaja de 3-1. Por la tarde, el español se estrenaba en el tercer partido de foursomes junto a Alex Noren y, con los nervios a flor de piel en las huestes europeas y en la afición tras el varapalo sufrido, enseguida tomaban una renta de dos arriba en el hoyo 3…

Quienes estaban allí lo saben bien: el Golf National rugió en aquel momento como no lo había hecho hasta ese momento. Sergio, acogido y aclamado por los aficionados continentales como nunca en ninguna otra Ryder como líder indiscutible, había sacado la corneta junto a Noren y el panorama cambió radicalmente en apenas unos minutos. En el momento de hacer el birdie en el hoyo 3, por delante las cosas iban mal o muy apretadas: Stenson y Rose todavía marchaban empatados con Fowler y Dustin Johnson, mientras que Poulter y McIlroy, en el segundo partido, justo por delante del español y el sueco, estaban dos abajo ante Watson y Simpson. El rugir del Golf National ejerció de despertador y en apenas media hora el decorado se transformaba. El golpe de timón estaba dado: inmediatamente después de ponerse Sergio y Noren dos arriba Stenson y Rose ganaban un hoyo y luego dos más consecutivos; Poulter y McIlroy se metían en faena (cuatro hoyos seguidos a la talega); Y Molinari y Fleetwood (estos iban a lo suyo, la verdad, en una nube de excelencia y armonía), que marchaban por detrás de Sergio y Noren, también se ponían por primera vez por delante en su duelo con Spieth y Thomas. El español y el sueco, por detrás, volaban y apuntalaban: la parejita cerraba los primeros nueve con un parcial de -5 en formato foursome y en un campo fiero como pocos.

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Después, el domingo, el récord. ‘Tu siempre cuentas con que Sergio, como mínimo, va a hacer el par en cada hoyo y si estás jugando contra él esa certeza te va ahogando, así es Sergio García en la Ryder Cup’. No son palabras literales, pero con este hilo argumental describía Colin Montgomerie, el hombre que nunca perdió un individual en la Ryder, el quehacer del español en el campo en su competición favorita, disculpándose de paso por haber dudado de él cuando Bjorn lo incluyó en sus elecciones. Ante Fowler, en efecto, en el individual, Sergio hacía birdie en el hoyo 1 y acto seguido encadenaba diez pares consecutivos que iban ahogando al californiano, un green en regulación detrás de otro…

Sergio García saludando al público duran la Ryder Cup 2018. © Golffile | David Lloyd
Sergio García saludando al público duran la Ryder Cup 2018. © Golffile | David Lloyd

Según cuenta el mito (por desgracia con fundados visos de realidad) muchos estadounidenses no aciertan, de primeras, a situar España en el mapa. Jim Furyk, el capitán americano en París, sabe muy bien dónde estamos y quienes son los españolitos. Debutó en esta competición en Valderrama y a lo largo y ancho de sus nueve comparecencias sufrió como nadie ha sufrido el toque de corneta de Sergio (diez veces se enfrentó a él, con un balance de una victoria, un empate y ocho derrotas).

¿Sabía lo que hacía Jack Nicklaus cuando se le metió entre ceja y ceja que Seve tenía que estar presente en la Ryder, fuera como fuera? Pues el caso es que sí, lo sabía perfectamente. Todavía sonríe pícaro el Oso Dorado cuando les bajan los humos a los de las barras y estrellas.