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Cowboy de mediodía | La contracrónica

¿Qué hacer si este tipo se pone a enchufar puritos?

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– Nada. Seguramente no puedas hacer nada si Dustin Johnson se pone a enchufar puritos de siete metros o similar distancia, que es exactamente lo que hizo en su primer partido ante Webb Simpson. Digamos, por decir algo, que sólo la versión excelsa de Tiger Woods podría discutirle una victoria en semejante tesitura. El problema (de Simpson, en este caso) es que sabes que cuando deje de embocar desde media y larga distancia comenzará a dejarla muy cerca si le hace falta…

En el hoyo 1, para abrir boca, Johnson embocaba desde más de siete metros para birdie. En el 2, más de los mismo: purito de siete metros para birdie. En el 6, desde casi cinco metros; en el 7, desde unos siete metros y medio; en el 8 desde unos seis metros. Todos para birdie. Eso no es una maza, es la devastadora estampida de una hembra de rinoceronte blanco que ve en peligro a su cría. Aunque este hombre, ya lo sabemos, si algo no parece en el campo es un animal herido. Los birdies caen mientras pace relajado…

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– Esto del match play da muchas vueltas, pero si Johnson se había propuesto impresionarnos a todos, comenzando por sus rivales, desde luego lo ha conseguido. Ganaba por paliza (5 y 3) a un rival que sumaba hasta cuatro birdies y la primera calle que fallaba era la del hoyo 15, el último que jugaron. Al menos Simpson se iría tranquilo a la cama: lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible.


Jon Rahm en la primera ronda en el Austin Country Club. © Golffile | Ken Murray

– Jon Rahm pierde los hoyos 10 y 11 ante Kevin Chappell y se restablece el empate en el partido. Un momento delicado en una ronda de match play, no cabe duda. Pero reacciona con birdie en el 12 y, acto seguido, mucha atención, responde a los buenos tiros de su rival, que disparaba primero, en los hoyos 13 y 14 dejándola aún más cerca… En el 15, el remate: el estadounidense apura y falla el tiro a green y acto seguido el vasco entiende que es la hora de la puntilla y se deja dado el birdie. Algo así como hacerse un ‘aquí estoy yo’, figura que recogería el manual del perfecto jugador de match play, si es que semejante engendro editorial pudiera escribirse algún día.

– Rafa, detrás de sus gafas, nos recuerda a Indurain. Apariencia de hielo y que nadie sepa si siento, padezco o me muero de la risa. Después, por mucho que uno trate de librar esta batalla psicológica, de nada sirve si no hay piernas para subir el Tourmalet. Tampoco te vale la pose de bronce si luego te vas fuera de límites una y otra vez. Pero mientras la lucha anda igualada, mientras haya algo que discutir, bueno es no enseñar debilidades al rival. Rafa, detrás de sus gafas, lo consigue.