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cowboy de mediodía | la contracrónica

Seamos buenos chicos: el morbo es otra cosa

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– El duelo entre Sergio y Rahm, jugándose ambos la primera posición del grupo, es una bendición. Un fantástico enfrentamiento sin edulcorantes: no hubiese sido lo mismo si uno de los dos hubiera llegado sin opciones. Un encuentro nacional en un escaparate mundial que enfrenta al mejor jugador español del Siglo XXI con un aspirante a todo, un joven golfista que no desea otra cosa que poner patas arriba el orden establecido, y no precisamente en España, sino en todo el planeta golf. Un tremendo partido que no deja de confirmar que el golf español casi siempre se las arregla para sacar orgulloso la cabeza en el mar del incontestable dominio anglosajón.

No hay morbo que valga o exista. Honestamente, no lo vemos por ningún lado. El morbo, no nos engañemos, encuentra su caldo de cultivo en las cuentas pendientes. No las hay. Sergio atesora un logro al alcance de casi nadie, el de estar diecinueve años, casi sin interrupción, luchando con los mejores, sumando 21 victorias en los dos grandes circuitos, a una media de más de una por año. Y Jon, como en su día hiciera Sergio, puede presumir de haberse instalado ya en la élite del golf mundial en sus primeros meses de profesional, lo que también  está al alcance de muy pocos. Son dos perspectivas complementarias precisamente porque ambos han llenado de contenido positivo la relación: un respeto mutuo que casi alcanza ya el grado de amistad, dentro del evidente salto generacional que los separa.

Cada cual alimenta en el otro su ambición, por supuesto. El de Borriol representa para el vasco una excelente referencia, un exigente listón; el vasco representa para el de Borriol un estímulo impagable, por lo cercano.

– Ya es mala baba que los tres jugadores españoles tengan que encontrarse y eliminarse antes de los cuartos de final. Pero se puede ver de otra manera que no es ninguna tontería: si realmente ocurre y mañana tenemos a Rafa jugando ante Sergio o Jon, el golf español habrá asegurado un hueco en los cuartos, una ronda carísima en el Dell Match Play, si tenemos en cuenta que en la fase de grupos se quedan fuera 48 jugadores, tres cuartas partes del field inicial.

Abundemos un poco más en la cuestión desde otro ángulo: si hoy se dan los resultados apetecidos (todo depende de la victoria de Cabrera Bello en su partido ante Hatton y en el posterior e inevitable desempate del canario a dos o tres bandas), esta misma noche podremos celebrar inexorablemente el top ten de un jugador español en el segundo campeonato del mundo de la temporada, puesto que alguno de los tres ya tendría un puesto asegurado entre los ocho primeros.

– Y el caso es que este formato por grupos no termina de convencer. Más que nada porque hay demasiados partidos del viernes que no tienen trascendencia. Nos quedamos con el que ha esbozado Ben Everill, periodista australiano que trabaja en el PGA Tour. Everill propone un primer enfrentamiento el miércoles entre los 32 primeros del ranking: el 1 jugaría contra el 32, el 2 contra el 31, y así sucesivamente. De aquí saldrían 16 ganadores que pasarían directamente a una ronda de dieciseisavos, mientras los 16 derrotados pasarían a una repesca. El mismo miércoles jugarían los otros 32: el 33 se enfrentaría al 64, el 34 al 63, y así sucesivamente. Los 16 derrotados de esta tanda se irían a casa y los ganadores de esta tanda se enfrentarían al día siguiente, el jueves, a los 16 de la repesca. Los 16 ganadores de esta ronda se enfrentarían el viernes a los primeros 16 ganadores que habían pasado directamente a dieciseisavos, y a partir de ahí, igual que a día de hoy, los octavos y los cuartos serían el sábado y la semifinal y la final el domingo.

Seguro que una vez puesto en marcha le encontraríamos también alguna pega a este sistema, pero a bote pronto tiene muy buena pinta: te aseguras que los 32 mejores del mundo al menos van a disputar dos partidos y todos y cada uno de los duelos, en cualquier ronda, tienen su trascendencia. Además, el abandono de un jugador, circunstancia que ha lacerado este año al torneo, afectaría a un solo partido y no de rebote a todo un grupo de cuatro jugadores.