Justin Thomas (-15) ha añadido una muesca más en su cinturón de jugador mayúsculo. Una cosa más que tacha de la lista. El golfista de Louisville ya tiene un campeonato del mundo. Este domingo se ha impuesto con autoridad, y casi habría que decir con comodidad, en el WGC Bridgestone Invitational. Se gana el derecho de figurar en los libros de historia como el último ganador en el recorrido Sur del Firestone Country Club, antes de la mudanza que emprenderá el torneo el próximo año a Memphis.
Thomas ya es ganador de Grande (la semana que entra defenderá el título en el PGA Championship), también tiene la FedEx Cup, ha sido elegido Jugador del Año, es campeón de la Presidents, ha llegado a ser Número 1 del mundo y ahora también es campeón de un WGC. A sus 25 años sólo le falta participar en la Ryder Cup, algo que hará salvo lesión el próximo mes de octubre en París y ganarlas, un pequeño detalle que de momento está por ver. Su palmarés, ciertamente, quita el hipo.
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Quizá sea injusto calificar de cómoda una victoria tan importante, pero la realidad es que Justin Thomas ha sufrido lo justo. Lo más duro que ha tenido que afrontar ha sido el putt de par de dos metros en el 1 y el de cuatro metros y medio en el 2 para birdie. El resto ha sido como coser y cantar. Simplemente, se ha limitado a jugar ordenado y sólido y asistir tranquilo a las caídas en cascada de sus rivales más próximos. Sólo Jason Day se colocaba a dos golpes a falta de siete hoyos, pero rápidamente cometía dos bogeys consecutivos y se apartaba de la pelea. Por si quedara alguna duda, además, Thomas firmaba un birdie demoledor en el 13 que lo encarrilaba hacia la victoria. Ha dado la sensación de que tenía dos y tres marchas más en bolsa y que no ha necesitado sacarlas.
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Decía Rory McIlroy que lo que más le impresionaba de Thomas era su vena competitiva, cómo le brillaban los ojos cuando estaba peleando por las victorias. Sin embargo, hoy ni siquiera ha necesitado comportarse de una manera especialmente fiera, ni poner caritas de gran competidor, cosa que por otro lado le sale natural. Él sí puede decirse ante el espejo sin engañarse que juega mejor cuanta más presión tiene.
Precisamente, McIlroy es uno de los que ha allanado el triunfo a Thomas. Una serie de tres bogeys consecutivos en los hoyos 8, 9 y 10 le hacía caer en barrena y salirse de la ecuación. Antes incluso se despeñó Ian Poulter, con cuatro bogeys en los primeros siete hoyos. El campeón ha necesitado un vuelta de 69 golpes, con dos birdies y un solo bogey para coronarse en Akron con cuatro golpes de ventaja sobre Kyle Stanley y cinco sobre Thorbjorn Olesen y Dustin Johnson. El Número 1 del mundo ha terminado enseñando los galones con la vuelta más baja del día empatado con Olesen (64) y ha demostrado que está preparado para el PGA Championship.
Jon Rahm sufrió un día ‘horribilis’ en los greenes
Tampoco se llegó a meter nunca en la pelea por la victoria Jon Rahm (-5). El jugador de Barrika ha sufrido una vuelta para olvidar, especialmente en los greenes. De principio a fin. El putt más largo que ha metido ha sido de dos metros en el 6 para par. El resto no han pasado de 90 centímetros. Muy duro. No ha podido hacer un birdie en todo el día y ha cometido tres bogeys. Vuelta de 73 golpes para terminar en el puesto decimoséptimo, empatado con Rafa Cabrera Bello.
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En los últimos diez WGC que ha disputado Rafa Cabrera Bello su peor resultado es 38º
El canario ha hecho 71 golpes y seguramente tampoco habrá terminado contento. Empezó la vuelta de maravilla, con dos birdies en los seis primeros hoyos, pero a partir de ahí se perdió las inspiración en los greenes y cayeron tres bogeys. Llegó a meterse en el top ten, pero finalmente se ha tenido que conformar con un top 20, que no deja de ser un buen resultado, aunque tampoco lo catapulta en su pelea por la Ryder Cup. En cualquier caso, hay que dar mucho mérito al dato de que en los diez últimos WGC que ha disputado, su peor resultado ha sido 38º en el México Championship del año pasado.
