Jon Rahm se muerde el labio, echa la mirada al cielo, se quita la gorra y se la vuelve a poner. Gira la cabeza de izquierda a derecha. Otra vuelta de 72 golpes y +2 en la clasificación. Puesto 39º. Le cuesta digerir estas cifras. No le encajan con su juego. Sólo pide algo de clemencia a Chapultepec.
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Los datos le dan la razón. Jon cazó hoy 11 calles y 14 greenes, pero da la sensación de que hay una fuerza oculta estos días en Chapultepec que le impide crecer. No ha arrancado bien ninguno de los dos días, y eso que es terreno propicio, tampoco ha terminado de enganchar una racha realmente buena de birdies y todavía no ha hecho ningún eagle, algo raro en el de Barrika.
Lo cierto es que el principal agujero negro están en los greenes. Rahm no está pateando al nivel de las semanas anteriores. Se está dejando muchas oportunidades en el camino, y es que no termina de encontrarse a gusto en estos greenes. Después de diez hoyos llegó a ponerse -2, bien colocado para asaltar el top ten, pero un mal final lo echó por tierra, empezando por un doloroso bogey en el 5 tras realizar tres putts desde tres metros. Acto seguido se iba al agua en el 6. Cruel.
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Eso sí, ¿de verdad creían que Jon iba a tirar la toalla a falta de 36 largos hoyos? Se equivocan de medio a medio. Está a trece golpes de Dustin Johnson, pero se ve con opciones. Su ida es seguir siendo agresivo y está convencido de que puede cuadrar una gran vuelta. Sólo pide un buen inicio que active la maquinaria y le dé la confianza suficiente.
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Jon tiene vivo el ejemplo de Justin Thomas el año pasado. Tras el segundo día ocupaba el puesto 38º a once golpes del liderato y acabó jugando el desempate el domingo. ¿Quién le dice que no puede repetir la misma historia?