“No hay excusas, las excusas son para los perdedores”. La frase es de Adrián Otaegui (+6) y la dice justo antes de empezar la entrevista. Ni jet lag, ni cansacio, ni el poco tiempo que ha tenido para preparar el torneo y el campo. Otaegui se niega a escudarse en todo eso. “He jugado muy mal y punto, no hay otra excusa”, ratifica después de arrancar el WGC México Championship con una vuelta de 77 golpes.
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Pero claro, una cosa es lo que dice el protagonista y otra bien distinta la realidad. Hay que quitarse el sombrero con el Pirata porque lo dice con sinceridad y convicción, no es ninguna pose y le honra como deportista. Pero la realidad es que todo lo que ha pasado en las últimas horas ha influido decisivamente en esta puesta en escena.
Son las excusas de Otaegui, de verdad, motivos, razones, argumentos para pensar que, obviamente podía haber empezado mejor, pero ha tenido que luchar casi contra molinos de viento. Su análisis de la vuelta no deja lugar a la duda. “Hay varios golpes que no he visto y que no me he comprometido con ellos. Me ha fallado la estrategia y me ha costado adaptarme a los greenes”, afirmaba. Blanco y en botella.
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Para muestra un botón. Ha empezado en el hoyo 10 con un bogey cuando pateaba para birdie con una opción más que razonable. La realidad es que a Adrián le han faltado datos y bagaje para afrontar con más garantías y seguridad el estreno en México. Son excusas, explicaciones contantes y sonantes, no una tapadera o cortina de humo.
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Y lo bueno, es que no habrá que esperar mucho para darse cuenta de ellos. Queda mucho torneo por delante y seguro que Otaegui acaba remontando posiciones. Nos arriesgamos con una apuesta: la de hoy ha sido la vuelta más alta de la semana del donostiarra de lejos. Tiempo al tiempo.
