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UNA RONDA DE TEQUILA | LA CONTRACRÓNICA

Una lección muy simple que Rahm puede llevarse de México

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– El hecho de tener la cabeza bien amueblada, que siempre hemos destacado en Jon Rahm, tiene más que ver con las enseñanzas que se sacan de la derrota (o de la ‘no victoria’, para ser más exactos) que con la capacidad misma de dar el golpe correcto en todos y cada uno de los momentos oportunos. Desengañémonos: es imposible controlar la presión y la emoción hasta el punto de alcanzar o rozar la perfección. ¿Qué enseñanza puede entonces sacar de lo ocurrido este domingo? Una fundamental que en este caso concreto tiene que ver con la absoluta desdramatización del asunto. No siempre hay que buscarle los tres pies al gato.

Rahm no falló muchos más golpes que el ganador, Dustin Johnson, a lo largo de la ronda ni en los hoyos finales. Llega un momento en el que cualquier detalle cobra una importancia decisiva. Detalles que, en la mayoría de las ocasiones, se escapan a cualquier control. Un ejemplo muy concreto:

En el hoyo 16 se dio un hecho que pasó desapercibido, pero que seguramente tuvo un peso capital en el desarrollo de los acontecimientos, tal y como me apuntaba José Manuel Lara, el profesional español que andaba emocionado, como todos, viendo el torneo: Rahm hizo tres putts en ese green, después de quedarse corto con el primero desde unos veinte metros; acto seguido, Johnson se enfrentaba a un largo putt muy parecido, exactamente desde la misma zona del green, pero contó con una ventaja inesperada (los detalles, los detalles…), ya que Rory McIlroy pateaba primero desde prácticamente la misma posición. Rory, de hecho, dejó la bola más o menos donde lo había hecho Rahm y Johnson aprendió una barbaridad de la línea y la fuerza del norirlandés y se dejaba el par dado…

El trabajo del joven vasco ha sido excelso durante toda la semana en el Club de Golf Chapultepec. Honestamente, incluso hizo más de lo que podía esperarse de él en un campo que le encantaba, pero que tampoco puede catalogarse como el más propicio para su lucimiento. En otras ocasiones, seguro, habrá más enseñanzas que sacar de la derrota por una mala actitud, ansiedad, precipitación, errores garrafales de estrategia… Pero no es el caso, aunque seguro que él, junto a su equipo de trabajo, encuentra dónde y cómo afinar. Cada apuesta que hizo desde el tee tenía su sentido y el lenguaje gestual, espejo que no miente, no podía ser más positivo y, a la vez, enérgico.

Rahm finalizó tercero en su primer torneo del PGA Tour, estrenando la condición de profesional (Quicken Loans, junio de 2016). Ahora ha finalizado en tercera posición en su primer campeonato del mundo, así que igualmente puede y debe destacarse que ha terminado tercero en su primer torneo en el circuito europeo, territorio que hasta hoy no había pisado. La regla de tres, nunca mejor dicho, sólo le falló en los grandes: aún como amateur finalizaba 23º en su primer Grande (US Open, junio de 2016), pero tampoco vamos a ponernos exigentes y aquello se lo vamos a perdonar…

– No había que ser un lince para acertar, pero el caso es que acertamos: Sergio hubiera necesitado un 63 para disputar el triunfo, un registro que Spieth había exprimido el sábado en el recorrido mexicano. Poderse, se podía.

Y no es que el de Borriol anduviese cerca, pero llama la atención otro hecho: García iba jugando junto a Ross Fisher, que terminaba firmando un 65 y en tercera posición, y realmente, con la cabeza fría y tratando de dejar al margen la pasión patriotera, las vueltas del inglés y el español, que además iban jugando juntos, pudieron ser perfectamente intercambiables.

Haciendo lo que uno y otro hicieron de tee a green a nadie hubiera tampoco sorprendido que el 65 fuera de Sergio y el 70 del inglés.