A la derecha de la calle del hoyo 6 una marshall muy decidida frena el paso en mitad del camino por el que transitan decenas de aficionados por minuto, mucho más si el partido que viene es el de Jordan Spieth y Sergio García, probablemente el más seguido hoyo a hoyo de la tercera jornada. La función de esta voluntaria normalmente es frenar al gentío cuando hay un partido en el tee del hoyo 7, que está pegado al camino. Sin embargo, no hay ningún jugador allí…
¿Entonces? Lo que ocurre es que ella está haciendo un esfuerzo extra, puesto que Spieth se dispone a pegar su segundo tiro rumbo al green del 6, sin calibrar en su justa medida que el norteamericano está lejísimos, completamente ajeno al paso tranquilo de los aficionados y con una amplia maraña de ‘bushes’ por medio que todavía aislan más al jugador.
Lo que ocurre es que, no nos engañemos, Spieth nos tiene a todos dislocados. Seguramente no hay voluntarios que sepan más de golf y con más sentido común que los que uno se encuentra año tras año en el Open Championship, de Carnoustie a Royal St. George’s, pero es sencillo perder el sitio al paso del joven triunfador, del Príncipe-Rey.
Y él, Jordan, bajo millones de lupas, no pierde la compostura. Es posible que falle algunos putts, pero recordando al mejor Tiger, emboca los más oportunos. Puede que siga sin parecernos el mejor de tee a green, pero sus hierros cada vez echan más humo y desde el tee blande una maza.
Se enfrentará el texano mañana lunes a la más esforzada de sus tareas en este 2015 resplandeciente. Porque este British Open es un hervidero y un tumulto a falta de 18 hoyos, un maravilloso manicomio de golf en el que 25 jugadores saldrán a disputar la ronda decisiva en un margen de solo cinco golpes con el liderato. No, este Open todavía no tiene dueño, por más que Jason Day (-12), uno de los líderes, se empeñe en definir a Spieth como el gran favorito a la victoria.
¿Por delante del propio Day, que una vez más vuelve a arrimarse al triunfo en un Grande, o de Louis Oosthuizen (-12), ganador en 2010 en este mismo escenario? ¿Tiene más opciones que Padraig Harrington (-10), el perro de presa que se ha abierto hueco a codazos con un 65 en tercera jornada, que Adam Scott (-9), Sergio García (-9), Justin Rose (-9), Retief Goosen (-9) o Zach Johnson (-9)?
Si nos atenemos a la estadística pura y dura, al recuento de probabilidades, cuesta realmente pensar que un jugador pueda ensamblar mañana la tercera pata a la silla del Grand Slam en pleno Siglo XXI. No puede ser que una vez más tumbe a los mejores del mundo, es casi imposible. Inconcecible.
Por otro lado, si le damos dos vueltas, quizá pueda concluirse también que el rubio texano hace tiempo que se pasa las estadísticas y las probabilidades por el forro de la visera de la gorra…
